Un amigo me recomienda este filme de suspense, estrenado en plataformas (Movistar Plus), y me tienta con el aliciente de ser uno de los últimos trabajos interpretativos de Donald Sutherland, que, como siempre, está magnífico en el papel de viejo artista alejado del mundanal ruido con toda una leyenda en su pasado, tan cotizado como extravagante. Entre los intérpretes, encontramos también como actor de reparto a Mick Jagger, como potentado coleccionista, y no lo hace nada mal. Recomiendo el visionado en versión original para apreciar las verdaderas voces de lujo y sus matices.

El protagonista de la historia es un crítico de arte (Claes Bang) y columnista tan brillante en sus artículos como agobiado por las deudas y, de paso, con pocos escrúpulos a la hora de cumplir el encargo que, con ayuda de una americana de la que se enamora (Elizabeth Debicki), compondrá la trama criminal del suspense. La producción, británica, dirigida por Giuseppe Capotondi con bastante buen gusto, se basa en el libro de Charles Willerford (escritor especializado en novela negra), con un guion de Scott B. Smith. La acción, en su mayor parte, se desarrolla en una mansión situada en un lugar paradisíaco, a orillas del lago de Como, donde después de que la pareja acepte la invitación del millonario mecenas del artista maldito y huraño, con el gancho de ser éste último seguidor de las columnas del crítico, mantendrán un juego de atracción y rechazo para llegar a penetrar (o no) en el estudio donde celosamente guarda el mayor secreto de la Historia del Arte.

The Burnt Orange Heresy está llena de atractivos, de misterio, de reflexiones entorno al arte, a lo que hay de verdad y mentira en la obra. Las interpretaciones merecen la pena. Pero hay algo que no acaba de cuajar en la trama criminal cruzada con el romance, la intriga parece flaquear y no llega a estar a la altura del producto final. Puede que el maravilloso entorno y los misteriosos personajes acaben por no dejarnos ver algún que otro error de guion.