El cine en Semana Santa suele traer a la memoria una época en que se estrenaban los denominados peplums (o películas recreadas en la Antigüedad Clásica), ese género en que lo histórico se entremezclaba con el drama, las aventuras y demás. Quizás, Ben Hur (William Wyller, 1959) sea el título más memorable de cuantos exportó Hollywood. No obstante, mis gustos en lo referente al cine más espiritual han ido por otros caminos más cercanos a Pasolini (El Evangelio según San Mateo) y otros autores como Dreyer, Bergman o Bresson.

En los últimos tiempos, parece que suelen aparecer por estas fechas revisiones y reactualizaciones de este género de cine religioso, que ha llegado a fundirse con otros -como el musical Jesucristo Superstar (1973) de Norman Jewison- y parece reinventarse desde que Martin Scorsese en 1988 presentara La última tentación de Cristo y Mel Gibson, en 2004, con La Pasión de Cristo suscitara la correspondiente polémica.

Ahora nos llega lo que podríamos denominar una versión bastante feminista del relato, por dos razones básicamente. En primer lugar, se toma el punto de vista de una mujer, una apóstol que acompaña a Jesucrito desde que decide abandonar a los suyos para seguirle. En segundo lugar, se nos presenta a un personaje completamente alejado del tipo que históricamente se nos ha hecho llegar como una prostituta arrepentida (siendo el mismo que encarnara Carmen Sevilla en Rey de reyes (1961) o Monica Bellucci y Barbara Hershey en las ya citadas) después de haberse comprobado que no era cierto, como se puede leer en los títulos de crédito finales del filme.

Garth Davis, el director de esta María Magdalena, ha concebido una película muy contemplativa, eligiendo composiciones que navegan entre el primer plano y el gran plano general, entre rostros escrutados y grandiosas escenografías y paisajes, donde la música quizás esté demasiado presente en ocasiones y con dos excelentes intérpretes como protagonistas: Rooney Mara y Joaquin Phoenix. El diseño de vestuario y la dirección de fotografía son sobresalientes. No obstante, el filme puede exasperar por su lentitud.