Hacía cinco años que Luz Casal no sacaba un disco con canciones originales, pero el pasado mes de marzo sus seguidores volvían a disfrutar de once nuevos temas de distintos estilos que la versátil cantante gallega ha reunido bajo el título Que corra el aire. Y con este álbum se ha lanzado de nuevo a la carretera, en una gira que ya está cosechando éxitos y que llega el próximo viernes al teatro El Silo de Pozoblanco, donde volverá a mostrar su extraordinario poderío escénico una mujer que no se rinde ante la adversidad y que ha aprendido en estos últimos años lo que es importante en la vida.

-Prácticamente acaba de empezar una nueva gira que le llevará a numerosas ciudades. ¿Cómo ha ido hasta ahora?

--Va muy bien, la gente sale satisfecha y nosotros también. Formo con mi banda una buena alianza profesional y humana, y creo que esa fuerza que hemos ido adquiriendo nos hace fuertes. Por otro lado, tenemos una gran ilusión porque es lo que nos hace crecer, comunicarnos mejor y darle gusto a la gente.

-¿Qué siente cuando un recinto, un teatro, sea donde sea, se rinde a sus pies?

--Es la compensación. En este trabajo hay diferentes estadios en los que percibes si le gustas a la gente. El directo es la comunicación más rápida de todas las posibilidades que te da dedicarte a la música. Saber que la gente te espera ya es fantástico, y que se llene el recinto te da la sensación de ser bien recibida. Todo eso es tan intenso, tan fantástico, que hace que tengas más ilusión aún en el siguiente concierto. Es una forma de retroalimentarse maravillosa.

-Casi cuatro décadas de carrera dan para muchas historias. Y las que quedan. ¿Haría exactamente lo que ha hecho hasta ahora?

--Yo soy ahora mismo la consecuencia de todo lo que he hecho, tanto lo bueno, como lo regular o lo malo. Probablemente, haría otras cosas, pero básicamente por ver qué pasaba, por no repetirme, pero en términos generales no lamento nada de lo que he hecho porque me ha dado como consecuencia estar donde estoy.

-Ha dicho que si este disco tuviera un color sería el verde esperanza.

-Tendría muchos, pero no he querido producir la sensación de que, aunque haya textos reflexivos, historias emotivas, eso implica ser triste. Es como la vida. Quizá, en este caso, se da más ese color que otro, pero hay más, sin lugar a dudas.

-Cuando canta transmite lo que canta. ¿Necesita interpretar lo que describen sus canciones?

-Para decir una determinada frase la tienes que sentir tuya, aunque esté hablando de la historia de otra persona. Esa es, a mi modo de ver, la manera de transmitir.

-«Estamos aquí de paso», dice en una canción que habla de vivir el presente lo mejor que podamos. ¿Siempre ha sido consciente de esto o ahora lo dice con más certeza?

--Siempre he tenido la sensación de que el tiempo va rápido y que, si no pones atención, cuando te quieres dar cuenta es demasiado tarde. No de una manera dramática, solo hay que tener consciencia de que es así. No hay que darle más vueltas.

-Le llaman diva de la canción ¿Qué siente cuando lo escucha?

-Son opiniones, no es algo que me parezca ni mal ni bien. Si la gente ve una determinada actitud, o tienen un respeto, un cariño, pues me parece perfecto. Pero no me miro al espejo y me digo «soy una diva».

-¿A quién considera usted una diva?

-Por proximidad ahora mismo, que acabo de ver su último documental, María Callas. Ha representado muchas cosas y ha sido una artista muy completa.

-Con su discografía podría hacer varios tipos de espectáculos, desde el más rockero hasta uno de boleros. ¿Cómo se hace eso?

-No tengo respuesta a eso. Siempre he intentado ir más allá, no quedarme en lo fácil, casi por higiene profesional, y canto y hago las cosas como considero. No me planteo si soy más versátil o no, si estoy haciendo veinte géneros en vez de uno. Mi objetivo no es juzgarme a mí misma, sino buscar más allá de lo que hice ayer.

-Es evidente que rendirse no es lo suyo. ¿Qué ocurre si deja de cantar?

-No me lo he planteado nunca. Lo que sí tengo muy claro es que nunca dejaré la música, pero si voy a cantar y veo que no estoy al mismo nivel, si no hay un público interesado en lo que haga, lo haría para mí sola.

-Pasar por una enfermedad como la que usted ha sufrido, ¿sobre qué le ha hecho reflexionar? ¿Cómo la ha cambiado?

--Ahora afino en lo que es importante en mi vida y descarto todo lo que no lo es. Le doy importancia al afecto de los que te rodean de manera más evidente. El mismo tiempo tiene un valor más destacable. No es que me haya convertido en otra persona, pero sí he ido puliendo ciertos aspectos de mi personalidad y mi vida. Las experiencias fuertes te dan lecciones que sirven para ir mejor por la vida.

-Conoce el dolor del cuerpo. ¿Qué le hace cuando le duele el alma?

-Intento recomponerla, hago ejercicios para apartar lo que te produce dolor y me quedo con lo atractivo. No me regodeo en lo triste, en lo que te produce malestar.

-¿Cómo es el espectáculo que ofrece ahora?

-Te voy a contar muy poco por respeto a la que gente que acuda. No tiene sentido que desvele aspectos del concierto que son una sorpresa.

-¿Qué temas no faltan nunca en sus conciertos?

--Los clásicos que la gente está esperando, desde Piensa en mí a Rufino. Muchas veces, te sorprende que alguien que casi no había nacido cuando salió la canción te la pida. Hacemos conciertos para el disfrute de la gente, por lo que prestamos atención a lo que el público echa de menos.

-¿Cómo ve el panorama musical actual? ¿Encuentra calidad?

--A través del festival que organizamos cada año en un pueblo de Galicia, me he encontrado con verdaderas sorpresas, y todas de excelente calidad. Creo que hay un montón de gente joven que está muy preparada, que ofrece música distinta, que no corresponde al patrón popular. Creo que hay talento y posibilidad para la música.