NACE EN FERNAN NUÑEZ (1943).

TRAYECTORIA LICENCIADO EN BELLAS ARTES POR LA ESCUELA DE SAN FERNANDO DE MADRID, FUE DIRECTOR DE LA ESCUELA DE ARTES Y OFICIOS MATEO INURRIA DE CORDOBA.

Es hombre tímido y más bien de pocas palabras. Un tipo tranquilo --aunque, como todos los creadores, bulla por dentro-- que como más cómodo se siente es expresándose con el pincel y el lienzo. Juan Hidalgo del Moral ingresará esta noche como miembro numerario en la Real Academia de Córdoba, y temiéndole está al trago de enfrentarse al auditorio. Su discurso será corto, apenas unas frases de agradecimiento. Y de recuerdo a su predecesor en la vacante que ocupará, el escultor y sacerdote Segundo Gutiérrez. El artista se presentará del modo que mejor sabe, a través del cuadro que donará a la Academia.

--¿Qué obra ha escogido para la ocasión?

--Es un cuadro importante, no he querido que sea una cosa para salir del paso. Es una de mis obras más representativas, de las mejores que he hecho. Es un tema de pesca, que toco por primera vez. Aunque un tema no es más que un pretexto para pintar, cualquier tema es bueno o malo, depende del pintor que lo haga y de cómo se toque.

--¿A usted cuáles le interesan?

--Depende. Este me interesó porque mi hijo fue a pescar con sus primos y vi entre ellos una amistad, una camaradería que quise llevar al lienzo. También he pintado aceituneros. Y costaleros, un mundo que me parece muy zurbaranesco . Y pinté la Virgen de las Angustias para el cartel de la Semana Santa de Córdoba por encargo de la Agrupación de Cofradías. Me interesó la talla, aunque también soy persona creyente.

--¿Cómo encara su ingreso como numerario en la Real Academia?

--Para mí es un hito, un gran honor. Me siento muy vinculado a ella desde que en 1979 ingresé como correspondiente por Fernán-Núñez. De hecho, tengo referencias de la Real Academia desde pequeño, porque tuve en mi pueblo un maestro, don Alvaro Cecilia, que me hablaba mucho de don Juan Gómez Crespo, director entonces de la Academia y del instituto, que le había dado clase. Años después también fue profesor mío.

--¿Siempre quiso ser pintor?

--Sí. Yo era un nene de pueblo, y supongo que la vocación me vino porque tenía unas tías que pintaban. También tuve un maestro importante en mi trayectoria, don Rafael Benítez, que descubrió en mí que podía ser pintor. Aunque esos planes no gustaban a mi familia, pequeños industriales, porque tenían la idea de que un pintor era una persona rara y bohemia. Estaban empeñados en que hiciera Magisterio. Don Rafael me ayudó muchísimo.

De sensibilidad a flor de piel, Juan Hidalgo se emociona hasta las lágrimas al hablar del maesto que lo animó a vencer obstáculos y alcanzar su sueño. Estudió lo que querían sus padres para contentarlos, pero sin abandonar su propósito de hacerse artista plástico. Se presentó a unas oposiciones de la Diputación y consiguió una plaza para estudiar Bellas Artes en la Escuela Superior San Fernando de Madrid. "Fui muy trabajador, porque si no sacaba buenas notas me quitaban la beca --recuerda con cierto orgullo--. Tuve un expediente brillante".

--Tanto le gustó aquella enseñanza que desde entonces se ha dedicado a ella.

--Sí, al licenciarme me dediqué a la enseñanza. Primero me fui a Oviedo, luego me vine a Córdoba, donde hice oposiciones, y después me fui a Ubeda como catedrático de Dibujo y Pintura. Ocho años después pedí traslado a la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios de Córdoba, y ahí he estado hasta mi jubilación.

--Y no solo de docente sino realizando labores de gestión como director del centro. ¿Le gustó esa experiencia?

--Estuve muchos años como director. Como gestor surgen muchos problemas, con la Administración, falta de dinero... En fin, que la gestión es dura.

--¿Cómo concibe el arte?

--El arte es toda mi vida, no sé qué hubiera sido de mí sin ser pintor. Es tu forma de expresarte, de ver las cosas, tu forma de colaborar con el mundo que te rodea... para mí es todo. Siempre he sido un pintor figurativo, no he hecho nunca pinitos en la abstracción, aunque a lo mejor un fondo puede ser casi abstracto. Pero siempre pinto figuras.

--Ahora, con la bajada al 10% del IVA por la compra de arte, es de suponer que se anime el mecado. ¿No cree?

--Es una buena noticia, claro. Aunque si te digo la verdad yo sé muy poco de eso, estoy bastante al margen de galerías, a las que conste que tengo un gran respeto. Pero soy un pintor muy concienzudo en el sentido de que me cuesta mucho hacer un cuadro, y no soy partidario de entregar a la galería la mitad de la ganancia por mi esfuerzo. Lo que vendo sale directamente de este estudio (dice refiriéndose al que ocupa en la calle San Basilio). Pero vendo poco.

--¿Se puede vivir en Córdoba de la pintura?

--Supongo que habrá gente que lo haga, pero si yo hubiese tenido que vivir de las ventas me habría muerto de hambre. Por suerte me dediqué a la enseñanza, y ha sido maravilloso hacerlo. Los alumnos de la Escuela están muy motivados, deseando que tú les hables para recoger lo que dices, no van allí a perder el tiempo.

--Entre la enseñanza y las tareas administrativas le quedaría poco tiempo para desarrollar su propia obra.

--Muy poco, pintaba en los ratos libres. Y cuando volvía al cuadro ya había pasado el momento y no lo conocía. Realmente pintar, pintar pude hacerlo cuando me jubilé.

--¿Ha cambiado su estilo a lo largo del tiempo?

--Por supuesto los años y tu experiencia te cambian, como evoluciona también tu forma de ser. La pincelada de los 20 años no tiene que ver con la de los 70 que acabo de cumplir. Ahora eres mucho más libre y sabes mucho más. Ahora me meto en el estudio y siento ansias de crear. Y no sé si sería bueno hacerlo con más reposo.