El californiano James Franco, director y protagonista de la comedia The Disaster Artist, donde homenajea la mítica The Room, conocida como «la mejor peor película del mundo» y a su creador, el extravagante Tommy Wisau, ha asegurado que «ha ido hasta el fondo» con ella, sin artificio. «Si sólo haces una imitación sería muy superficial, y una de las cosas más importantes que hemos intentado es ir hasta el fondo, es especialmente importante hacerlo bien con un personaje como este», señaló en una entrevista con Efe realizada en el marco del 65 Festival de San Sebastián donde compite por la Concha de Oro.

James Franco, director y protagonista principal de The Disaster Artist, se transforma mágicamente en Tommy Wisau, este hombre desconocido del que solo ha perdurado su imagen imposible (hasta que él la puso de moda) y su pasión por el cine. Millonario sin saber de dónde, «americano» de ningún lugar -su acento sonaba al Este de Europa, pero jamás desveló su lugar de origen, Wisau es un filón para Franco, cuyos mejores papeles han sido personajes reales, como James Dean, que le dio su primer Globo de Oro (2001). «He interpretado muchos personajes basados en personas reales, pero cuando es un personaje real que encima es un actor tanto su forma de comportarse, como su físico, se convierte en algo muy importante porque la gente se fija mucho en eso, va a ver cómo habla y qué pinta tiene, y va a comparar».

‘La llamada’/ Por otro lado, «Lo hacemos y ya vemos» es el lema que inspira a las protagonistas de la comedia musical La Llamada, pero también a sus creadores, Javier Calvo y Javier Ambrossi, que ayer presentaron en San Sebastián, fuera de concurso, la adaptación de su exitosa obra teatral. Llegaron directos del preestreno en Madrid, ya que la película se estrena hoy en salas de cine, junto con Macarena García, Anna Castillo y el resto del reparto.

El Palacio del Kursaal se ha convertido por unas horas en el campamento religioso de verano de La Brújula, donde transcurre la historia de dos adolescentes que quieren triunfar en el electro-latino cuando experimentan «la llamada», una especie de revelación a todos los niveles: espiritual, sexual, emocional...