Historia de una amistad. La fórmula no es nueva: dos personajes antagónicos y, en principio, tan incompatibles como el agua y el aceite, irán poco a poco conociéndose y comprendiéndose, acercándose mientras viajan geográfica y emocionalmente, terminando por conformar un complementario dúo de lo más interesante. Ejemplos encontraremos y no pocos, por ejemplo la pieza teatral de Neil Simon La extraña pareja (adaptada a la gran pantalla en 1968, con Jack Lemmon y Walter Matthau como protagonistas) , aunque esta primera producción de Peter Farrelly alejada del género cómico que siempre le ha caracterizado en el pasado cuando filmaba con su hermano Bobby títulos como Algo pasa con Mary o Dos tontos muy tontos, suele recordar a muchos aquella Paseando a Miss Daisy, supongo que por la relación entre un conductor y un pasajero distantes cuando comienza el filme y más cercanos al finalizar. Este biopic, con formato de película de carretera, está inspirado en las memorias de Tony Lip, el personaje que interpreta Viggo Mortensen, un tipo duro y con unos cuantos kilos de más que es contratado, después de perder temporalmente su empleo en el club donde solía poner orden, por un sofisticado músico de color (Doctor Don Shirley interpretado por Mahershala Ali) para prestar servicios como conductor en una gira de conciertos por el Sur de EEUU, debiéndose hospedar donde indique una guía verde que marca los lugares más apropiados para gente de color. Hablamos de los años sesenta y todo lo que ello supone: el ambiente enrarecido y el racismo que se vivía por entonces, aunque parece que estos tampoco son tiempos demasiado buenos en relación al tema.

Green book se ve con agrado y contiene dos magníficas interpretaciones, las de sus protagonistas, que consiguen meterse al público en el bolsillo. Por supuesto, están nominados ambos para Oscar, además de poseer tres candidaturas más, incluida mejor película. Farrelly da una verdadera lección de cómo entenderse entre personas de diferentes razas y preferencias artísticas o sexuales.