La poeta y escritora cordobesa Concha Alcalde falleció ayer en Córdoba dejando un legado tras una vida en la que siempre se mostró luchadora e incansable. Autodidacta y de gran sensibilidad, su obra es referencia para un gran número de poetas cordobeses de todas las edades. «Entusiastata y vitalista», según señala la poeta Juana Castro, fue componente de la Asociación Nueva Poesía de Córdoba y colaboró en revistas como Utopia Poetica, Aldaba y Ocúpulo Poético. Tras su primer poemario, Ilusiones (1980), por el que recibió el premio Justas Poéticas, su constante labor ha dejado títulos como Alma rota, Nada, sonrisa, corazón y Diálogo de naranjos y sirenas.

Los derechos de la mujer también fueron una constante en la obra de Alcalde, que no cejó nunca de forjarse en el ejercicio de estilo que supone la creación poética. «Una honda humanidad ha empapado todas y cada una de sus composiciones, fuera cual fuera el tema donde su poderosa capacidad de sentir la encaminara», señaló el también escritor Manuel Gahete, que explicó que «el amor, la amistad, la naturaleza o la igualdad entre todos los seres humanos constituían los pilares básicos de una obra construida sobre la emoción y el deseo de llegar a todos». Gahete también destaca su lenguaje sencillo, natural y directo, con el que tocaba el corazón. A su pasión poética «se unía el carácter cordial y afectuoso de una mujer autodidacta, hecha a sí misma, consciente de que siempre queda mucho por aprender pero con una voluntad de superación inquebrantable», concluyó Gahete.