Se quedaron congelados el pasado lunes con estado de alarma y, como han podido, han sobrevivido virtualmente al extendido invierno del covid-19. Pero, capitaneados por el IVAM (el treintañero Instituto de Arte Moderno de Valencia) los grandes museos españoles han iniciado este lunes, en su día internacional, su particular deshielo, su primavera aplazada.

«Todo se quedó congelado, el tiempo se quedó suspendido», explica el artista Jorge Peris, cuya inauguración ha sido la primera post-coronavirus en una de las grandes pinacotecas españolas. Ni el Guggenheim de Bilbao, ni el Museo de Bellas Artes de Sevilla o el Museo Picasso de Málaga, que podrían haber abierto, lo han hecho aún y apuntan a hacerlo a finales de mes. Para la primera quincena de junio está prevista en principio la apertura de El Prado, el Reina Sofía, el Thyssen, el Museo Nacional Arte de Cataluña o el MACBA.

Les esperan los aforos reducidos a un tercio, los itinerarios marcados en el suelo y las mascarillas y guantes obligatorios que marcaron el primer día el IVAM y en los otros museos de Valencia que han abiertos sus puertas. Lo han hecho para recibir a un puñado de visitantes habituales (y casi a tantos periodistas en busca de las primeras historias con mascarilla en un museo más allá de las pantallas de las tabletas).

Ana y Amparo se mensajearon el domingo. «Me dijo que abrían el IVAM y nos hemos venido», cuenta Ana. También que son fijas y que creen que a usuarias como ellas no les afectará mucho, más allá de la «incomodidad» de comentar las obras enmascaradas. «Pero sí en inauguraciones y performances que juntan a más gente y que son las que atraen a los que no vienen tan habitualmente», explica Amparo.

Celia fue con tres amigas, el IVAM estaba en su agenda antes del coronavirus y asegura que lo seguirá estando. «La mascarilla vale, ¿pero los guantes? Es que en un museo no se puede tocar nada y son realmente incómodos», recuerda. Los folletos están prohibidos. A cambio, la entrada es (de momento) gratis.