“No hay nada más vivo que un recuerdo». Con esta frase de Lorca finalizó su ponencia la directora general de la Unesco, Audrey Azoulay, que también insistió en que «el patrimonio es un instrumento para la paz», durante su intervención ayer, junto a la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, en la jornada Los retos del Patrimonio, que se llevó a cabo en el auditorio de Medina Azahara para celebrar los seis meses que la ciudad califal lleva ostentando el título de Patrimonio de la Humanidad. En este encuentro, al que también aisitió el ministro de Cultura, José Guirao, salieron a la palestra temas como la protección, conservación e investigación, así como el papel que juega el legado histórico como fuente de desarrollo de ciudades y países.

Durante su ponencia en esta jornada -que reunió a un nutrido grupo de expertos en este ámbito para hablar de las posibilidades del patrimonio histórico como recurso, no solo económico, sino también educativo, ambiental, cultural y científico-, Azoulay también valoró el legado histórico como un arma para alcanzar el equilibrio y la cohesión, asegurando que constituye un recurso para hacer frente a los desafíos de las sociedades plurales. Autoridades civiles, militares y eclesiásticas acudieron a esta cita, en la que Calvo hizo hincapié en el «compromiso de futuro con el pasado» que supone tener un patrimonio mundial, con el que hay que ser responsable y, por supuesto, proteger, valorando a Medina Azahra como «un punto de apoyo de la convivencia, de que la libertad nos fragmenta en la diversidad, pero nos obliga a permanecer unidos». Esta jornada, que comenzó por la mañana con las ponencias de las arquitectas Fuensanta Nieto -una de las responsables del proyecto del museo de Medina Azahara--, Ángela García de Paredes y el historiador Francesco Dal Col, finalizó con un paseo por la Judería, aunque también recorrieron el yacimiento, que Azouley visitaba por primera vez.

«Nos corresponde a nosotros concienciar sobre este patrimonio en un contexto global sumamente complejo», algo que la Unesco cree que es más necesario que nunca «para dar respuestas innovadoras y concretas a las interrogaciones políticas», poniendo este legado al servicio de la «construcción de un mundo y unas sociedades más sostenibles». Azoulay, que dijo sentirse «en el corazón de al-Andalus», recordó «la importancia» que tiene conservar las huellas de la Humanidad que nos han precedido, asegurando que, en este aspecto, España «constituye un aliado muy valioso» y manifestando su agradecimiento a las autoridades españolas, que siempre «se han comprometido en este tema».

«Somos todos conscientes de la importancia de proteger el patrimonio de los peligros que se ciernen sobre él, ya se trate de riesgos ambientales, económicos, de catástrofes o de ideologías extremistas», una labor «a veces, titánica». Pero dar existencia al patrimonio no consiste solo en conservarlo en buen estado y hacerlo perdurar, sino también en «despertar y ampliar la conciencia que se tiene de dicho patrimonio», presentándolo en libros de historia, en centros de investigación, «darle vida en nuestras mentes y escuelas», tratando de lograr que se considere un bien común a toda la Humanidad.

Respecto al futuro, la directora general de la Unesco aseguró que el patrimonio se puede emplear «como punto de apoyo para elevar nuestras mentes y nuestras conciencias colectivas» y «puede constituir los cimientos sobre los que podemos construir tanto un sentimiento de pertenencia común como diversas maneras de vivir en sociedad».

COMPROMISO // Por su parte, la vicepresidenta del Gobierno tuvo palabras de agradecimiento hacia los trabajadores de Medina Azahara, que «con su esfuerzo y trabajo llevan décadas protegiendo un importante patrimonio para todos, pero especialmente para entender el signo de los tiempos». También aludió y dio las gracias «a quienes hoy con prestigio y solvencia ofrecen las reflexiones que necesitamos para entender lo que es invisible en el patrimonio cultural y que nos remite a lo más profundamente humano, que es la convivencia y existencia más allá de la propia materia», recordando que una parte muy importante de su actividad profesional ha estado ligada a la cultura y que «con este lugar tenemos que rendir conocimiento, compromiso y responsabilidad».

«Córdoba es una ciudad que se vive y que se mide con otras como Berlín, Londres, París o Roma en la cantidad de bienes materiales e inmateriales que tiene protegidos» por la Unesco, insistiendo en que Medina Azahara «representa un espacio de encuentro entre Oriente y Occidente».