Muchos recordarán a esta directora (Haifaa Al-Mansur), la primera mujer que dirigió un largometraje de ficción en la Historia de Arabia Saudí, por aquella encantadora película que inauguró su filmografía: La bicicleta verde. En aquella cinta, una niña hacía lo imposible para poder conducir una bicicleta en un lugar donde no le estaba permitido. Una historia sencilla que se ponía en imagen con sencillez, valentía y sutileza. Ahora, después de un tiempo trabajando fuera de su país (en Reino Unido, por ejemplo, filmó una muy elegante y delicada Mary Shelley en 2017), vuelve a sus orígenes con esta producción, también sencilla y didáctica como su ópera prima comentada más arriba. Con bastante osadía, expone los problemas que ha de afrontar una mujer que ejerce como médica en un centro de salud bastante inaccesible por no tener una carretera asfaltada. Desde la primera secuencia el espectador presencia cómo por ser mujer es discriminada por un enfermo con la connivencia de un superior. A continuación, intentará salir del país para asistir a un congreso pero se lo impedirán por no tener en regla un documento que habría de haber cumplimentado su tutor, su padre. Y cuando ya desiste, ante los obstáculos que pone la burocracia a la mujer árabe, decidirá enfrentarse en las elecciones al alcalde, el mismo que hace caso omiso a sus reclamaciones para solucionar el mal estado del acceso a su centro sanitario. Para ello, contará con la ayuda de sus hermanas para emprender su campaña electoral con bastante imaginación y honestidad.

De nuevo, Mansur nos relata un cuento de mujeres, a través de esta doctora (gracias a la veraz interpretación de Mila Al Zahrani) con la osadía que le caracteriza al mostrar la realidad que vive su país y la discriminación de la mujer, aunque se avance muy lentamente con algún que otro detalle como permitirles conducir.