El joven escritor Borja Cabada (Córdoba, 1983) recurre al mito de la Atlántida en su última obra, El sonido de Atlantis, con la que se ha alzado con el segundo Premio Logroño de Novela para jóvenes escritores y que ayer presentó en la librería La República de las Letras con la intervención de la también escritora Tania Padilla. En esta novela, Cabada sumerge al lector en un Chicago en ruinas y en la historia del protagonista de una novela que es consciente de su propia condición de personaje y de un relato ya acabado, pero que quiere volver a retomar para intentar evitar el trágico final de su esposa y su hija, para lo que busca al autor de la novela con la intención de que cambie el final de la historia. Pese a que el tema metaliterario tiene su «complejidad», Cabada asegura que la novela «está contada de un modo muy atractivo, es una lectura muy rápida y ágil y recuerda mucho al lenguaje cinematográfico», ya que el joven escritor aplica su experiencia en el mundo del cine y la televisión en su discurso literario. «Trabajé durante algo más de un año en un estudio de Los Angeles desarrollando proyectos, y esa experiencia la he aplicado aquí, dándole a la narración un estilo más directo, más nominal, más simplista» y «aludiendo mucho a elementos auditivos, e incluso, visuales», señaló Cabada, que sitúa la historia en Chicago porque «viví allí durante un tiempo» y «me di cuenta de que aquel tenía que ser el escenario de la historia por todos los elementos, no solo emblemáticos, de esa ciudad, sino por su estructura, su arquitectura, unas características que resultaban muy atractivas». La metáfora de la Atlántida entra precisamente al llevar la trama a una ciudad derruida.

«Este Chicago es un mundo literario que, en realidad, ya ha acabado, y quería representar en la historia lo que le ocurre cuando el escritor ha terminado y cerrado el libro», lo que lo relaciona con la Atlántida en el sentido de que «es el mito de una civilización que prosperó mucho, pero que el propio sentimiento de engreimiento desembocó en su destrucción», concluyó el autor.