Aguaviva , el primer largometraje de Ariadna Pujol que se estrena el próximo viernes, recrea en clave de documental la experiencia y las vivencias que generó la llegada de más de un centenar de inmigrantes a un pueblo turolense amenazado por la despoblación.

En el año 2000 el alcalde de Aguaviva, sin contar con los 598 habitantes del pueblo, puso en marcha un plan con el que ofrecía casas baratas y contratos de trabajo para las familias de inmigrantes que se trasladaran a vivir al pueblo turolense.

Dos años después, la joven directora Ariadna Pujol sacó adelante un proyecto de la productora Alea Docs & Films en el que se intentaba reflejar, según la productora, el impacto humano de una iniciativa tan arriesgada.

Durante la presentación del documental, Ariadna Pujol explicó que lo que más le interesaba del proyecto era la sensación que se generaría entre inmigrantes y autóctonos y además dijo que quería profundizar en cómo se sentían inmigrantes y lugareños ante la experiencia que se habían visto abocados a compartir.

Reconoció también que la película admitía un enfoque social pero ella se centró en el plano emocional, porque, admitió, es la óptica con la que mira el mundo.

Para el rodaje, la directora realizó un extenso trabajo de campo que duró un año y medio, durante el que conoció a los lugareños y a los inmigrantes recién llegados, a los que intentó acostumbrar a la presencia de las cámaras y fue realizando una especie de "cásting intuitivo" con los habitantes de Aguaviva.