La historia de Priego no se entendería sin la industria textil. Primero la seda, desde el siglo XVI, posteriormente los tejidos de algodón en el siglo XX y, por último, la confección, marcan tres etapas que coinciden con otros tantos periodos de auge económico de la localidad.

Cada uno de estos periodos ha tenido unos protagonistas y precisamente, en la gala celebrada este sábado, se rendía un más que merecido homenaje a varios nombres propios de la confección prieguense, como son Antonio J. Sarmiento y la academia Goymar.

En el caso del primero, el reconocimiento estaba más que justificado, ya que está considerado como el impulsor de la confección en Priego cuando en 1961 creó el primer taller de la localidad, mientras que de las aulas de la academia Goymar salieron un buen puñado de profesionales, entre ellos Ana Gallego Jiménez, José Luis López Ronchel y Manuel Carmona Ávila.

En este homenaje también hubo un guiño a las doce ediciones de uno de los eventos que alcanzaron mayor prestigio dentro del mundo de la incipiente moda andaluza de finales del siglo pasado, como fue la Feria de la Confección (Feco), santo y seña de la última etapa de auge del textil prieguense.

Y del pasado al más que esperanzador futuro, ya que en esta gala que muchos han catalogado como el inicio de una «nueva etapa» para la confección de la localidad, los valores emergentes también tuvieron su protagonismo, como el caso de la joven diseñadora Rocío Ballesteros o María del Mar Aguilera, Miss World Spain y madrina de estos premios a la calidad del textil, que contaron como padrino de honor con Pablo López, director gerente de la firma cordobesa Silbon.

Pasado y presente de un sector cuya calidad y buen hacer ha hecho a muchos profesionales superar momentos difíciles y afrontar con optimismo un futuro en el que, junto a la formación, la necesidad de ir de la mano se antoja como vital.