El empuje y la decisión acertada de los 18 trabajadores del centro que el Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria, Pesquera, Alimentaria y de la Producción Ecológica (Ifapa) tiene en Cabra, con su directora al frente, Brígida Jiménez, ha permitido salvar y «que no se fuese al garete», como ella misma expresa, el trabajo no solo de investigación que vienen desarrollando cada curso desde hace varias décadas, sino también la formación en la que en estas semanas se encontraban inmersos cerca de 200 jóvenes agricultores gracias a las ayudas europeas.

El estado de alarma decretado hace dos meses y el consiguiente confinamiento por la crisis sanitaria de la pandemia del coronavirus hizo que este centro, enmarcado en los llamados «servicios esenciales», se decidiese a darlo todo para dar respuesta al sector como centro especializado que es en transferencia de tecnología con sus correspondientes trabajos tanto de olivar como de viña.

Para ello, en turnos organizados y rotatorios con presencia física en algunos casos en el propio centro, enclavado en una finca de 120 hectáreas, y en otros casos con el teletrabajo, se ha podido salir adelante sin perder ninguno de los objetivos marcados para el periodo 2019-2020.

Ayudas europeas

Una gestión pensada entre todo el equipo humano que conforma este centro enclavado en el mismo límite del Parque Natural de las Sierras Subéticas, añadía Brígida Jiménez, donde, entre otros, no podían perderse esas ayudas europeas, cifradas en unos 70.000 euros para cada joven alumno y que perciben durante los dos años que dura su formación, con la que emprenden iniciativas agrarias de distinta índole.

Son un total de siete programas formativos que continúan telemáticamente y que van desde la incorporación de estos jóvenes al campo a otros de aplicación de plaguicidas, pasando por los propios de agricultura ecológica, en la que el centro egabrense es pionero y se encuentra a la vanguardia. La formación no solo es teórica en sus aulas, sino también a pie de olivo y de cepa de la vid, lo que se une a la investigación de mejora vegetal del olivo que se viene desarrollando gracias a uno de los proyectos en los que se trabaja, como es la selección de variedades nuevas con cruce con variedades tradicionales y el manejo del suelo con ensayos varios que, de no realizarse en su momento, podían perderse.

En todo ello se siguen los protocolos propios que para la protección sanitaria se requieren para hacer frente a la pandemia del covid-19. Con este fin, el centro sigue siendo objeto de desinfección integral varias veces, llegando desde la Junta de Andalucía en reiteradas ocasiones distintos lotes de guantes, mascarillas y todo el material que se ha precisado para preservar la labor de los trabajadores del centro de investigación.

Otros problemas en la vid

Al problema del coronavirus se unió también el tener que hacer frente al mildiu, para lo que hasta la fecha ha sido preciso aplicar cuatro tratamientos en las viñas, el centro neurálgico de la investigación que Ifapa Cabra en estos últimos años viene realizando no solo para el marco de la Denominación de Origen Montilla-Moriles, sino también para otros marcos vitivinícolas andaluces, de los que también es referente en su investigación y desarrollo.

Además, gracias a esa coordinación y trabajo se ha logrado salvar la producción del olivar ecológico del centro en sus distintas variedades, cifrada en una media de 350.000 kilos en los años de buena campaña y cuya explotación agraria es modelo a seguir por muchos agricultores en cuanto a la diversificación para obtener mejores rentas frente a lo que es la agricultura tradicional.

La capacidad de respuesta que se ha dado en las semanas de confinamiento revela, a juicio de Brígida Jiménez, no solo que han ido «todos a una, como Fuenteovejuna», sino que en estos tiempos tan difíciles que se están viviendo el Ifapa Cabra «ha trascendido más allá» al mejorarse en tiempo récord el acondicionamiento de las dos últimas plantas de su inmueble, que, con sus 70 camas, se puso a disposición de la administración sanitaria para si, llegado el caso, el hospital comarcal Infanta Margarita de Cabra precisase más espacio.