El profesor José María Manjavacas (Cádiz, 1962) ha coordinado recientemente un estudio sobre el turismo en la ciudad de Córdoba en el que se aborda el sector desde los distintos actores que intervienen. El investigador de la Universidad de Córdoba analiza aspectos como la turismofobia o la tasa turística.

-¿Se puede desencadenar un problema de turismofobia en Córdoba con el incremento en la llegada de turistas que se está produciendo?

-Los picos de cierta espectacularidad se dan en abril y mayo y al final del verano y en otoño. En algunas fechas se dan fenómenos de turistificación incipiente en algunos lugares, que están originando cierto malestar y que están mostrando entidades ciudadanas y vecinos. Yo no hablaría de turismofobia, sino de un malestar, de algunas críticas de sectores diversos, en ocasiones bien fundamentadas, que plantean problemas reales que una parte de la ciudadanía está padeciendo. No es tanto una obsesión fóbica con el turismo, sino la constatación de que el turismo tiene aportaciones muy importantes desde el punto de vista económico, pero debemos reconocer que tiene contradicciones e inconvenientes que deben ser tratados. En Córdoba estaríamos en un buen momento para abordar estas cuestiones. Todavía no se nos ha ido de las manos y es un buen momento, con tranquilidad y espíritu constructivo, de hablar abiertamente de los problemas. No sería una fobia, sino una necesidad de construcción democrática de nuestra ciudad.

-¿Quién debe tomar protagonismo en el modelaje del turismo en Córdoba?

-Nosotros corremos un riesgo, que corre Andalucía y muchos otros destinos turísticos. El riesgo es que la ciudad sea gestionada, desde el punto de vista de los intereses turísticos, por los actores turísticos. Es un error colosal. La ciudad debe ser gestionada por las autoridades legítimamente designadas por la sociedad civil. En el turismo, los actores están identificados, hay contradicciones entre actores, pero hay disposición. Debe de impulsarse un proceso liderado por la política en el que participen todos los sectores y se diseñe bien qué modelo turístico queremos en la ciudad. Eso hay que insertarlo en un modelo de ciudad general, que quizás sea un déficit que tiene nuestra política local. Está por definir un modelo de ciudad más amplio. Además, se necesita un modelo productivo más diversificado y sostenible, en el que el turismo sea una parte relevante de un modelo de ciudad más amplio y robusto.

-¿Cuál sería el modelo de turismo al que debería dirigirse Córdoba?

-Nos asusta un poco lo de turismo de calidad, porque es algo que hay que concretar. Se ha convertido en una palabra fetiche y no sabemos a qué se refiere. Eso hay que definirlo. Una apuesta por el turismo de calidad no puede significar el cierre de las puertas de la ciudad a sectores que a lo mejor no tienen rentas muy altas. Eso hay que perfilarlo. El modelo debe partir de una oferta en el que Córdoba está tal y como es, que tiene atractivos socioculturales y patrimoniales sobrados. Es una ciudad habitable, agradable, que se vaya construyendo cada vez más como un modelo consensuado de ciudad. No hay que estar a la altura de las demandas compulsivas, sino que se debe estar por lo que Córdoba es. Córdoba está abierta a quien quiera venir, disfrutar de la experiencia, de una ciudad con un valor artístico innegable, con una gran riqueza patrimonial, no solo en la ciudad, sino también en la provincia. Precisamente, ésa es una gran asignatura pendiente, la conexión de la actividad en la capital con las ofertas en las comarcas. Por ejemplo, el Festival de Patios es un acontecimiento de la sociedad local, abierto a todas las personas que quieran venir y compartirlo. Lo que no debemos hacer es que parte de la identidad local se sustraiga a sus verdaderos propietarios, que son la ciudadanía, para ponerla en valor en el mercado turístico. Eso sería un error. Tenemos que seguir viviendo como somos.

-¿Se ha perdido parte de esa identidad en los patios?

-Córdoba tiene unas señas identitarias muy fuertes. Esa señal de pertenencia y elementos identitarios, como el Festival de los Patios, sí se resienten y se ha ido de las manos. Ha sido un exceso y esos valores se ven afectados. Hay vecinos que cuando llega mayo se marchan de la ciudad. Ése es un hecho que no puede pasar desapercibido. Los patios tienen un gran poder de atracción. Un pueblo que pierde de vista su identidad es como la persona que pierde noción de quién es. Ha habido una promoción desmesurada, se ha fundido un criterio empresarial de sobreexplotación de un recurso en el mercado turístico y algunas intencionalidades de capitalización política de autoridades de diversa corriente.

-¿Habría que buscar una mayor diversificación en la promoción y que no solo se mire a la Mezquita-Catedral cuando se trata de difusión del atractivo turístico de Córdoba?

- La Mezquita tiene un poder de atracción enorme y sería bueno que se avanzara en la integración de la gestión de la Mezquita en el sistema turístico de la ciudad, superándose algunas contradicciones entre políticos y religiosos. La Mezquita seguirá siendo un foco de atracción enorme, pero hay que concentrar esfuerzos en diversificar dentro de la geografía urbana y del calendario. El Instituto Municipal de Turismo (Imtur) me parece que es una buena posición de partida. Crear un organismo era obligado. Hay una buen fundamentación para generar sinergias entre distintos actores bajo el liderazgo de las autoridades políticas. Hay que ejercer ese liderazgo, negociar, establecer puentes entre intereses distintos. El propio sector empresarial arrastra contradicciones. El turismo es un sector muy complejo. Hay personas que quieren impulsar viviendas turísticas y otros, como los hosteleros, que ven un problema cuando están fuera de la legalidad y ven una alta proyección de crecimiento. También hay contradicciones que plantean los sindicatos, pues la calidad del trabajo deja mucho que desear. Cuando nos dirigimos a los propios trabajadores o a empresarios confiesan que una parte importante del sector está fuera de convenio.

-¿Qué papel debe tener el Instituto Municipal de Turismo?

-Las autoridades son las que tienen que estar al frente de las decisiones y tener capacidad de persuasión, de liderazgo y de negociación. Ése es el papel que debe jugar el Imtur, añadiendo un mejor conocimiento de la realidad, tanto de las potencialidades de la oferta turística, de sus limitaciones y riesgos, como de la demanda de los vecinos. Hay que integrar el turismo en la vida humana. No se trata de que con criterios turísticos se gestione la ciudad, sino de que la ciudad sea gestionada con criterios urbanos, razonables y, dentro de eso, se integre el desarrollo turístico. Ésa es la gran tarea del Imtur. Hemos hablado y ahora se trata de hacer. La Universidad debe estar como agente del conocimiento de la sociedad, arrimando el hombro, haciendo análisis independientes y rigurosos para intentar hacer una aportación.

-¿Es el momento de tomar ya las medidas?

-Es el momento. Tenemos problemas de cierta envergadura y algunos no se solucionan solo en Córdoba, como sucede con el cambio del modelo productivo. Es el momento de tirar de la buena voluntad, buscar consensos relevantes, porque si no podemos encontrarnos con que los problemas que están asomando se agudicen y desperdiciemos oportunidades manifiestas.

-Se está debatiendo sobre la tasa turística. ¿Habría que implantarla en Córdoba?

-Sí, me parece razonable que se implante una tasa turística siempre que tuviera una buena utilización, fuera racional y la recaudación de la tasa sirviera para la mejora de la ciudad y contribuyera a los costes y externalidades que genera el turismo. La actividad turística en nuestra ciudad genera gastos de limpieza, costes de seguridad, costes de uso, como sucede con el patrimonio. Si hubiera un acuerdo amplio, me parece razonable. Podría ser un ingreso importante que revertiría en la ciudad y en el turismo.