Rafael Prieto es un policía con una fuerte vocación. Una vocación que se ha puesto a prueba durante tres años y diez meses, periodo durante el que Prieto ha pasado por momentos difíciles y «con muchos baches», como puntualiza, y que «poco a poco se ha ido ganando».

Un accidente de moto le causó la amputación de una pierna. Sus ganas de volver a la normalidad le llevaron a la implantación de una prótesis biónica, con lo que recuperó la movilidad, lo que le llevó a practicar boxeo, bicicleta y natación. Pero este esfuerzo de superación no contrarrestó la situación laboral por la que pasó, causando en Prieto esos «baches» que ha ido superando.

Después de sufrir el accidente intentó reincorporarse a su trabajo de policía, si no en la calle, sí en puestos administrativos. Pero lo pasaron a segunda actividad para, posteriormente, jubilarlo.

En ese momento, Rafael Prieto comenzó una batalla legal para volver a trabajar en la Policía Nacional, la profesión que siempre le ha gustado, al considerar que había puestos que podía desarrollar.

El juzgado le dio la razón a Prieto y el Ministerio del Interior no recurrió la sentencia y lo volvió a admitir en el cuerpo.

Y ayer, después de casi cuatro años, Rafael Prieto pudo vestir nuevamente el uniforme, para trabajar en distintos servicios en la comisaría. Comenzó a adaptarse a su nuevo trabajo, tomando contacto con sus jefes y compañeros. Empieza así una nueva vida laboral que él mismo define «como si fuera nuevo», recién salido de la academia, «con la misma ilusión». Prieto recibió durante estos años el apoyo y cariño de sus compañeros y a su regreso lo ha vuelto a comprobar, al igual que sus compañeros han valorado la ilusión con la que ha regresado. Una ilusión que comparte con su familia.

Desde ayer, Rafael Prieto continúa con su sueño «seguir siendo policía toda la vida», jubilarse de policía -cuando le llegue por edad-, «seguir ayudando a todo el que me necesite» y «a vestir con orgullo mi uniforme». Lo que siempre ha querido hacer.