María del Carmen Arias lleva 30 años como médica de atención primaria rural y ejerce en el centro de salud de Villaharta. Esta doctora de Villaralto expone que, nunca había asistido a una «situación sanitaria tan generalizada, desconocida y que se propagase tan rápido como la actual, generando un problema de salud pública tan complicado. La epidemia del ébola nos sirvió de entrenamiento para el uso de los equipos de protección individual (EPI) de los que se nos dotó. Algunos de esos equipos nos han sido útiles ahora, pero el ébola no llegó a extenderse en nuestro ámbito ni tuvimos que enfrentarnos a ningún caso».

Sobre si están atendiendo en las consultas muchos casos sospechosos de coronavirus, indica que «este año hemos percibido un menor número de casos de gripe y es posible que algunas personas con síntomas gripales leves podrían haberse tratado de infecciones por covid -19 sin saberlo nosotros. Desde que tenemos conocimiento del coronavirus, estamos abordando el problema desde la sospecha de esta enfermedad en cualquier paciente con clínica respiratoria»

«En la atención primaria rural estamos siguiendo los protocolos que nos proponen nuestros distritos e informamos a nuestro director en todo momento. Los protocolos son vivos y dinámicos, dado que la información de la evidencia científica sobre la enfermedad ha ido cambiando. Dentro de nuestros propios centros hemos adaptado los protocolos a cada situación», precisa. «No es igual un centro rural que uno urbano o trabajar en un centro de salud con o sin centros sociosanitarios o residencias de mayores asociados, dispersión geográfica, hospital de referencia, entre otros. Los medios de los que hemos dispuesto desde el principio han sido insuficientes, aunque se han ido implementando con el tiempo desde nuestros centros, y se han logrado sistemas de protección recurriendo a cooperativas, tiendas o donativos de personas que nos han ayudado», añade.

Admite que existe preocupación en su entorno laboral por el coronavirus. «En el medio rural y disperso geográficamente trabajamos, ademas de sanitarios, celadores, administrativos o limpiadoras. Contamos con la ayuda de los técnicos de ambulancia cuando son necesarios y con la Guardia Civil, alcaldes, empleados de los ayuntamientos, con toda la vecindad. Cuando hay que colaborar, trabajamos a una», señala.

Esta médica cree que sería necesario que se hicieran test a todos los sanitarios, ya que «somos vectores de transmisión de la enfermedad. Tenemos que ser covid-19 negativos para no contagiar a los demás y frenar el número de infectados. Y no solo el personal sanitario, sino todos los que estamos trabajando para la población en este momento». Esta doctora apunta que «en el medio rural y, en general en atención primaria, tenemos la ventaja de la atención continuada de nuestros pacientes, lo cual mejora el intervalo de incertidumbre en el que trabajamos sin medios diagnósticos ni pruebas. Ante la sospecha de patología respiratoria por consulta telefónica, se valora la situación clínica del paciente, se aísla y se trata según sospecha. Se realiza seguimiento telefónico, en ocasiones tres veces al día y, si tiene buena evolución, sigue las medidas hasta el alta por nuestra parte. Y si hay un empeoramiento no controlable y precisa otros medios de soporte se deriva al hospital. Los pacientes, sobre todo ancianos, prefieren el tratamiento domiciliario y colaboran para que pueda ser así. Hemos de valorar la gran colaboración del personal sanitario y no sanitario de una residencia de ancianos, que tenemos bajo nuestra atención. Están haciendo que los residentes sobrelleven esta situación. ¡Son unos luchadores!».