El gobierno municipal ha ensayado esta semana su futuro divorcio, como esos novios que amagan con separarse durante meses escribiendo con paciencia la crónica de una muerte anunciada, la suya. Pero no crean, alharacas y fanfarrias aparte, titulares y comunicados aparte, la sangre no ha llegado al río. En la reunión del viernes de la junta de gobierno local, PSOE e IU firmaron el armisticio. Uno más en este mandato jalonado de conatos de crisis y desencuentros puntuales, lo habitual cuando los que conviven son de casas distintas. Pasa en las mejores familias (miren, si no, la Real).

Recuérdense los cantes de ida y vuelta en temas como Cosmos, la carrera oficial, la memoria histórica o Rabanales 21, donde los socios han coreografiado su enfrentamiento como esos cómicos del cine mudo abatidos a tartazos. La cosa, de momento, es pelea de merengue, pero, ojo, las elecciones se acercan y cambiará la munición. A ninguno le conviene de momento terminar con el matrimonio con tantos frentes que hay abiertos (dentro del Ayuntamiento, por no ir más lejos, tienen el gallinero sindical alborotadísimo y hay quien dice que las elecciones empiezan a ganarse o a perderse en Capitulares) y un balance de resultados mejorable.

La pelea de esta semana, a cuenta del atasco en Urbanismo (un problema al que este conflicto le ha dado la oficialidad que se le negaba hasta hace dos días), ha traído una novedad destacable. Por primera vez el enfrentamiento lo han protagonizado la alcaldesa, Isabel Ambrosio, y el primer teniente de alcalde, Pedro García. Ambos han sido hasta ahora el mejor pegamento de este gobierno en coalición. Su buena sintonía ha disimulado en muchas ocasiones la falta de feeling que existe entre otros concejales, y ha logrado cohesionar a las dos fuerzas y suavizar los matices propios de las diferencias ideológicas. Si esa unión se resquebraja, la casa podría caer como un castillo de naipes y antes de lo previsto.

Con cada amago, la oposición se frota las manos y saca, con toda la razón del mundo, la artillería del «esto no es un gobierno, es un batiburrillo» y «hay muchos nervios y más desorganización». PP y Ciudadanos han criticado la improvisación y el daño que se le hace al empresario, descontento por el atasco que hay para la concesión de licencias en Córdoba.

Así las cosas, lo único bueno que deberían sacar PSOE e IU de esta semana primaveral es una ordenanza para agilizar los trámites empresariales. La que sea: la que presentó el miércoles la alcaldesa al presidente de CECO (supiera o no que había otra en marcha, lo hiciera o no como golpe de efecto de cara a la patronal o para llamar al orden a su socio de gobierno, que para eso es la regidora) o la que preparaba la Gerencia Municipal de Urbanismo y había encargado al departamento de Derecho Administrativo de la UCO, o un fundido de las dos. La que sea, digo, porque los que se quejan de que los trámites van muy lentos son los señores que quieren abrir empresas en Córdoba para generar empleo. Y, ya saben, que de eso estamos cortitos. Así que a hasta que las elecciones los separen, toca trabajar como un matrimonio bien avenido.