Hace más de dos mil años, los tres Reyes Magos de Oriente siguieron el rastro de una estrella mágica hasta Belén. Caminaron hasta un establo cargados de cofres para regalar a un niño que acababa de nacer. Lo que ocurrió entonces sigue ocurriendo aunque ahora el establo se haya convertido en un asentamiento rumano. Hace unos días, la huella de más de trescientos dorsales de la carrera de San Silvestre Solidaria de Aguilar de la Frontera hizo que la magia llegara hasta uno de los asentamientos de población romá que hay en la ciudad.

Allí, tres integrantes de la asociación Enraizados de Aguilar encarnaron a Melchor, Gaspar y Baltasar para entregar más de cincuenta juegos pedagógicos, carritos de bebé y de la compra, dianas, pistolas, muñecas, pepones, robots, juegos de estética, raquetas, guitarras, triciclos, motociclos o camiones a unos 150 niños residentes en el poblado. Todos ellos son hijos de las familias que son atendidas durante todo el año por el programa de menores y familias en situación de exclusión social residentes en infravivienda que desarrolla la Delegación de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Córdoba.

Al ver a los Reyes, todos los niños les gritaron que se habían portado bien, que habían asistido al colegio todos los días y que hacían caso a sus padres, como cualquier otro niño podría decir en tales circunstancias.

Las familias de los asentamientos rumanos quizás estén entre las que más se parezcan a las de aquel niño que nació en Belén. Sus padres son emigrantes que han recorrido un largo camino desde su país, viven de la recogida de la chatarra y a día de hoy acuden al servicio de guardería y van al colegio. El objetivo principal de este programa era eliminar la mendicidad y, aunque la realidad es tozuda, los niños agradecieron la inesperada visita.

En esta ocasión, el cometa que guió a los Reyes Magos fue el club de Atletismo Amo Allá, cuyos integrantes han hecho posible una ofrenda real de regalos a niños de familias desfavorecidas, la mayoría de los cuales ni siquiera tiene opción a escribir una carta a los Reyes y esperar que lo que piden les aparezca a los pies de la cama al despertar. Los atletas de Amo Allá han escrito este año la carta por ellos.