Por poco que sea, pero aunque sea la pedrea. Que yo, este año, no sé por qué a los 85, tengo más gana que nunca. Llevo un número, con la buena gente de este periódico, que ya hizo hace tantos años que me tocara la lotería. Total, de tener esta cita con ustedes, cordobeses de mi alma, aunque solo sea en domingo, pero que me sirve de premio, de alegría, de suerte en vena.

En fin, permítanme este comienzo, cuando aún suenan esas voces de los niños. Y si se asoma a este perol por la tarde, o igual mañana que ya es veintitrés, pues, a consultar las listas, por si acaso en el papel nos dan una buena nueva.

En fin, yo ya he tenido regalos

Por ejemplo, desde hace algunos años, muchos, la Navidad siempre se asoma a mi casa con esa caja humilde, pero única, de las delicias de Rute, que me envía Pascual Rovira, al que debo agradecer traer la buena nueva, siempre la primera, desde hace tanto tiempo.

Que el que agradece por lo menos es como poco buena gente. Dios se lo pague, al señor de los asnillos, como siempre le llamo. Que no hay que olvidar que en el belén de toda la vida si no hay un burro, no hay portal.

El periodista Julio Merino, coautor de ‘Pelayo, el astur’ junto a Pilar Redondo; la presentadora Cristina Pedroche y la cantante Diana Navarro. A. J. GONZÁLEZ / CÓRDOBA / EFE

Y además, pues que acaba de llegar el último, por ahora, del maestro julio Merino y Pilar Redondo, que se titula Pelayo. el astur, primera novela de la segunda trilogía de la Reconquista, que a ver si cae esta semana que viene, después de hoy domingo de la suerte, que buena falta que nos hace. Gracias a las tarjetas de navidad que recibo, que no son pocas, y muchas vienen de Córdoba.

Y además, hay muchas cosas para esta lista de hoy, como esas migas amigas que están de moda siempre, y que se hacen mejor que en ningún otro sitio en nuestra Córdoba.

Y contarles que he recogido, de alguna declaración lejana, que esa belleza, con un punto cordobés, aunque sea de Madrid, que ha hecho película con el nuevo Bond, que ha confesado, según leo en una revista de Hollywood, que «entre las ciudades españolas que más puedo recomendar es Córdoba, que merece la pena visitarla».

Pues, desde aquí, moza, muchas gracias porque además de tu guapeza demuestras un verdadero talento.

Menos mal que tenemos, como yo este año gracias a la generosidad de un procer, ese jamón cinco estrellas, como poco, de Los Pedroches, que acabo de leer que este año se han vendido más de veinticinco mil.

Por eso les puedo decir que este año ya está causando sensación «qué vestido, qué traje, o lo que sea, va a llevar nuestra de todos los años Cristina Pedroche, de lo que ya les informaré, porque es buen amigo mío el que la viste, que el que la desviste ya se sabe que es ese cocinero mundialmente famoso.

Osea, que estuvo en Córdoba, como ya les avise, el otro día, ni más ni menos que Diana Navarro, que me cuentan que causó sensación, por que «siendo la misma, canto de otra manera».

Cosa que es bueno comentar en este día de la suerte, de la suerte con mayúscula, aunque no hay que perder, no se olviden, la minúscula, que es la lista de la lotería, insisto, de mañana, que a veces guarda alguna buena nueva.

Y yo viví en esa casa cerca del mar, en Marbella, que ahora su viuda, una dama extraordinaria, quiere convertir en un hotel con encanto. Me refiero a don Arturo Fernández, que siempre me decía lo mismo, «Medina, ¡si vieras cuánto me gusta hacer teatro en Córdoba y pasear por la Judería, y recibir el saludo serio y verdadero de las gentes cordobesas». Olé. Pues en esa casa de Guadalmina, durante días, me fue contando su vida, que luego no publicamos por culpa mía, desde luego. «Tengo, sobre todo, el recuerdo --me decía-- de cuando de niño (mi padre había emigrado a Francia) veía a mi madre lavar los vasos en aquella sidrería donde trabajaba, ¡aquellas manos de mi madre siempre llenas de sabañones!».

¿Por qué me viene eso a la memoria ahora mismo? Los recuerdos y los olvidos, de los que está hecha la lotería de la vida. Y que por lo menos valga aquel dicho del que iba en la silla de ruedas, como yo ya voy desde hace poco, y decía, mientras caía por las escaleras abajo, «¡Madrecita, que me quede como estoy!».

Lo que hago público en este día, mientras continúa sonando esa música villancico de los niños que pregonan que igual «hemos tenido suerte», que dicho sea de paso, buena falta que nos hace. A todos, empezando por este viejo perolero que les desea, como todos los años en estos días, felicidades, mis leales, y todo lo mejor para el próximo año nuevo, y a ver si nos vemos, creo que sí, el año veinte, en este patio de papel.