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Montilla vive una gran Semana Santa

Montilla vive una gran Semana Santa

Con la entrada de Nuestra Señora de La Paz en la parroquia de Santiago, los cofrades montillanos comenzaron a sentir en su interior ese pellizco melancólico que provoca la larga espera que habrán de superar hasta volver a sentir los redobles de tambor, el olor a incienso por las calles y ese regusto a canela, miel y matalahúva. Especialmente, tras haber disfrutado de una Semana Santa esplendorosa, en la que, a diferencia de otros años, el buen tiempo acompañó a todas las cofradías, que pudieron culminar con brillantez sus estaciones de penitencia.

Tras una intensa Cuaresma, un bullicioso Viernes de Dolores y la representación dramática de La Pasión , llegó, por fin, el gran día. La jornada del Domingo de Ramos cuenta en Montilla con la innegable impronta de la familia salesiana. Al mediodía, la Hermandad de La Borriquita puso en la calle un cortejo que es preparado por el claustro de profesores del colegio Salesiano y que parte desde la iglesia de María Auxiliadora. Ya por la tarde, la Hermandad del Santísimo Cristo de la Juventud salía desde la cercana parroquia de Santiago Apóstol luciendo junto al llamador del paso una reliquia de Don Bosco, en el bicentenario de su nacimiento.

El Lunes Santo, el Santísimo Cristo del Perdón volvió a cargar de sentido cofrade el entorno de la calle Ancha y de la iglesia de San Agustín, con el acompañamiento de la Banda de Música Pascual Marquina.

El Martes Santo se ha convertido en uno de los días grandes de la Semana Santa, gracias a las tres cofradías que celebran su estación de penitencia: la de la Santa Vera Cruz, con un cortejo plagado de reminiscencias militares; la de la Santa Cena, con el recuerdo bien presente del sacerdote Antonio Gómez, fallecido el pasado mes de octubre; y la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia y María Santísima de la Caridad en sus Tristezas, cuyo palio estrenó la parihuela y el techo, así como las bambalinas, diseñadas por Ismael López.

La estación de penitencia del Santísimo Cristo del Amor, conocida popularmente como "la procesión del silencio", supuso el Miércoles Santo el broche de oro a la participación de las cofradías salesianas en la Semana Santa montillana, dando paso a las dos jornadas cofrades por antonomasia en la localidad, que arrancaron en la mañana del Jueves Santo con la tradicional diana a cargo del Cuerpo de Lanceros de la Hermandad de Jesús Preso y María Santísima de la Esperanza, una formación que, tan solo unas horas más tarde, protagonizó en la plaza de La Rosa el acto del Prendimiento, con el que se abría uno de los desfiles procesionales más coloridos de la localidad. El cortejo volvió a estar formado por el paso de la Oración en el Huerto --que presentó la canastilla y los respiraderos adaptados del anterior paso del cotitular--, el Cristo de la Columna, Jesús Preso --que estrenó paso de misterio, todavía en fase de carpintería-- y la Virgen de la Esperanza que, por vez primera, fue portada a costal, recibiendo el homenaje de la Banda de Música Pascual Marquina, que dedicó la marcha Jueves de Esperanza , obra del montillano Víctor Manuel Carmona.

Ya en la medianoche, el Llanete de la Cruz sirvió de escenario para la espectacular salida de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Misericordia, una impresionante talla del artista montillano Francisco Solano Salido que fue izada para ser colocada en su paso. Detrás, la imagen de María Santísima de la Amargura, una preciosa dolorosa que despierta una enorme devoción en el popular barrio de la Cruz.

Con las primeras luces del Viernes Santo hizo su salida desde San Agustín la hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores. Jesús Rescatado abrió el cortejo con el acompañamiento de la Centuria Romana Munda, que realizó el acto de La Lanzada al Cristo de la Yedra, antes de que el Nazareno y María Santísima de los Dolores regalaran al pueblo de Montilla su bendición ante las puertas del templo agustino, un enclave que, con las últimas luces del día, se vistió de luto para asistir a la salida de la Pontificia hermandad del Santo Entierro, Soledad y Angustias de la Madre de Dios. Un año más, decenas de montillanos acompañaron durante su recorrido al Cristo Yacente en el Sepulcro y a María Santísima de la Soledad, que conmemoraba el primer centenario del estreno de su manto. El intenso Viernes Santo lo completó la hermandad del Descendimiento, que volvió a repetir la gesta del pasado año cuando, por fin, pudo disfrutar de su manifestación pública de fe partiendo desde la capilla de la calle Fuente Alamo.

El broche de oro volvió a ponerlo la Hermandad del Santísimo Cristo Resucitado y Nuestra Señora de La Paz con un colorista desfile procesional en el que participaron hermanos de todas las cofradías de la ciudad con sus respectivos bordones y túnicas. El desfile, que concluyó pasadas las 15.15 horas en la parroquia de Santiago, comenzó con el encuentro que protagonizaron el paso del Señor Resucitado y el de Las Tres Marías, un misterio realizado por el cordobés Antonio Bernal.

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