El 90% de los concursos de acreedores que se presentan en Córdoba "está terminando en liquidación", admite el juez de lo Mercantil de la provincia, Fernando Caballero, que atribuye este final no deseado a la conjunción de dos factores: "la falta de financiación de las entidades de crédito" a las empresas que quieren acordar un plan de pagos con sus acreedores, y a "la caída del consumo", que ha desplomado las ventas, imposibilitando la recuperación. Así, la mayoría de los más de 130 concursos de acreedores declarados en los tres últimos años (se solicitaron 252 en ese periodo) han terminado en cierre del negocio.

La situación afecta por igual a las grandes y a las pequeñas empresas. Y a los particulares, de los que 13 se declararon el año pasado en concurso (según la estadística del INE, cuyos datos no casan exactamente con los del propio Juzgado de lo Mercantil, pero sirven para orientarse), a pesar de que tanto el juez como otros juristas opinan que la Ley Concursal no está hecha para ellos. De hecho, cuando se publicó la Ley Concursal en el 2003 "se hablaba de una regulación legal específica para personas, que actualmente es ya una necesidad social", comenta Caballero. Explica que un particular no puede aguantar un año de tramitación del concurso, por lo que "espero que el legislador atienda pronto el sobreendeudamiento de particulares, que, de hecho, aparecía en todos los programas electorales".

MAS DIFICIL COBRAR En cuanto a la evolución de la Ley Concursal, Fernando Caballero señala que supuso una modernización importante al implantarse en el 2003, pues la regulación que se manejaba venía de finales del siglo XIX y principios del XX. Sin embargo, considera que no se planificó bien su aplicación en los juzgados mercantiles, a lo que se han sumado los cinco años de enorme crisis económica. Sobre las reformas que el legislador va introduciendo tiene una crítica: "Cada vez protege más el crédito de la Administración pública y el crédito bancario, dejando en peor situación a trabajadores y proveedores, y eso nos duele a los jueces".

El Juzgado de lo Mercantil de Córdoba está desbordado, y la implantación de las tasas judiciales no ha afectado a este fuerte ritmo de litigiosidad, "salvo el enfado de los ciudadanos por tener que abonar unas tasas tan grandes". Colapsado, podría decirse, aunque su titular opina que todas las sedes judiciales de Córdoba están saturadas. Los asuntos económicos llegan y se amontonan en un tablón de anuncios que demuestra tanto la actividad como la obsolescencia de los medios materiales con los que se trabaja.

Cuando se le habla de lentitud en la Justicia el magistrado salta : "El sistema de comunicación telemática solo se tiene actualmente con los procuradores, pero la Administración pública no tiene procuradores", y los organismos públicos no están comunicados por internet, de manera que continúa utilizándose el correo, lo que retrasa todos los procedimientos. Así, aunque la Administración de Justicia empieza a utilizar internet (ver la página siguiente ) aún está muy lejos, por ejemplo, de la eficiencia que alcanza la Agencia Tributaria.

SOBRECARGA Si a eso se une la cantidad de litigios que llegan al Juzgado de lo Mercantil, que desde el año 2008 supera ampliamente (ver gráfico) el máximo de 350 asuntos mercantiles fijado por el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), se puede concluir que, si en el 2013 no entrara nada en esta sede judicial, aún así tendrían para dos años y medio de trabajo, en concreto 872 asuntos pendientes. Como muestra, un botón: para este año ya están fijados todos los juicios y los nuevos pasarán al 2014. Aún así, el juzgado ha perdido en el actual 2013 el magistrado de refuerzo que se le otorgó cuando estaban en su punto más fuerte de tramitación los concursos de acreedores de Noriega y Urende. Para 2013 se ha concedido juez de refuerzo a los mercantiles de Málaga, Sevilla, Granada y Cádiz, pero no al de Córdoba, que sí cuenta con un funcionario de refuerzo "por decisión personal del presidente de la Audiencia, Eduardo Baena", explica el juez Fernando Caballero.