La aprobación de la ley del olivar ha puesto sobre la mesa la complejidad de un sector que pide mayores respaldos a las administraciones, pero que tiene también grandes debilidades que no es capaz de superar por personalismos. Mientras que COAG y UPA respaldan la iniciativa de la Junta, aunque demandan una partida presupuestaria concreta y que el olivar tradicional reciba más apoyo, Asaja considera que no resuelve "ninguno de los problemas del sector" y exige una reestructuración del olivar. En la mente de la mayoría de los olivareros se encuentra el próximo debate de la reforma de la Política Agraria Común (PAC) y la preocupación que existe por que se produzca un recorte de los fondos que se reciben en la provincia. Cada campaña llegan al cultivo más extendido en Córdoba alrededor de 160 millones de euros y más de la mitad de los municipios dependen de manera fundamental del olivar. Tampoco hay que olvidar el aspecto social de esta producción, pues genera unos 4 millones de jornales en las más de 40.000 explotaciones existentes y 345.000 hectáreas cultivadas. Cualquier medida que influya en la consolidación del sector repercutirá en la economía de muchos de los municipios. Así, el valor de la producción oleícola en el último año se estimó por la Delegación Provincial de Agricultura en 527 millones de euros, lo que supone el 53% de toda la rama agraria. Por eso, los productores miran con lupa cuál será la partida presupuestaria de la nueva ley. Consideran que de su dotación dependerá su éxito ante las limitadas competencias que tiene la Junta de Andalucía. A esto hay que unir las marcadas diferencias que ya existen entre las nuevas plantaciones y el olivar tradicional. Mientras que aquel se acerca a su rentabilidad sin depender de las subvenciones, el menos productivo tiene serios problemas para responder al incremento de costes y a la caída de los precios. De no ser por las ayudas, sería inviable en muchas zonas.

Pero, entre tantas exigencias y demandas, ¿cómo es posible que un sector de tal envergadura sufra resfriados periódicamente que cuestionan gravemente su salud? La excesiva atomización del sector se ha convertido en uno de los grandes problemas del olivar cordobés, aunque también del resto de Andalucía. Las microempresas existentes, muchas de ellas incapacitadas para la exportación, repiten hábitos desde hace décadas y se ven imposibilitadas para defender un valor justo de lo que están vendiendo. A esto se ha unido en las últimas fechas la mala costumbre de ofrecer el producto sin precio. Tampoco hay que obviar el escaso desarrollo de la comercialización, que provoca que más del 80% del aceite que ponen en el mercado se venda a granel. Salvo la integración alcanzada en torno al Grupo Hojiblanca, la mayoría de los proyectos aglutinadores han fracasado por los personalismos de muchos dirigentes de estas cooperativas.