Pesca

Un siluro de 2,5 metros, pescado en el pantano de Iznájar

Juan Muñoz, un gran aficionado a la pesca de Priego, ha conseguido la pieza

Juan Muñoz posa con su siluro.

Juan Muñoz posa con su siluro. / CÓRDOBA

Rafael Cobo

Rafael Cobo

Como las meigas, siluros que superen los 2,5 metros y más de 100 kilos, “haberlos, haylos”, y Juan Muñoz, un gran aficionado a la pesca de Priego, tuvo la ocasión de comprobarlo en primera persona durante una placentera jornada en el pantano de Iznájar.

Los aficionados a la pesca que frecuentan el mayor embalse de nuestra región, son conocedores de la existencia de ejemplares de grandes dimensiones de esta especie oriunda de Europa del Este, que fue introducida hace una década en el sur de la Península y que debido a su voracidad y agresividad está provocando unas consecuencias devastadoras para otras especies como la carpa y el barbo gitano, ya prácticamente inexistente en el embalse cordobés.

Aunque lo que Juan no se esperaba es dar con el que tal vez sea el siluro de mayores dimensiones de los hasta ahora pescados, al menos que se tenga noticia de ello.

Imagen de un siluro.

Juan Muñoz posa con el siluro de 2,5 metros. / CÓRDOBA

25 minutos para sacarlo del agua

Para ello, utilizó un señuelo ondulante sin cebo y nada más y nada menos de 25 minutos para sacarlo del agua, desde el momento que desde la orilla del embalse notó una picada en su caña.

Junto al tamaño y peso del ejemplar, Juan confiesa que le llamó la atención el olor que desprendía, “a cieno del pantano”, así como el tacto de su piel, cubierta por una capa de babas.

Eso sí, una vez sacado del agua y con la reglamentaria foto del rigor, Juan devolvió la presa al agua, por lo que otro compañero de afición, puede experimentar cualquier día de pesca en el pantano de Iznájar, las sensaciones que este joven prieguense vivió en primera persona.

La presencia de esta especie en nuestro país se remonta a 1974, cuando un pescador alemán introdujo miles de alevines de siluro en el río Ebro, atraído por la idea de una futura captura. Pero, lo que comenzó como trofeo pesquero se ha convertido en una verdadera calamidad ecológica, extendiéndose la especie a numerosos cauces de agua en la Península, demostrando una gran capacidad de adaptación y crecimiento.

El siluro es reconocido por su aspecto inusual, caracterizado por una prominente barba o barbillones peribucales, similares a un bigote, lo que le ha ganado el sobrenombre de pez-gato.

Imagen de archivo en la que un pescador captura un ejemplar mediano de siluro

Imagen de archivo en la que un pescador captura un ejemplar mediano de siluro / CÓRDOBA

Con un cuerpo desprovisto de escamas y recubierto por una capa de mucosa, el siluro puede superar los dos metros de longitud y pesar más de 100 kilogramos. Sin embargo, existen ejemplares que han llegado a medir hasta tres metros y 270 kilos, convirtiéndose en verdaderos gigantes del mundo acuático.

Uno de los aspectos más inquietantes del siluro es su dieta omnívora y oportunista, que lo lleva a consumir una amplia variedad de presas, desde plancton hasta otros peces.