Tensión militar creciente

Macron confirma que mantiene al embajador en Níger pese a la orden de expulsión

Las tensiones entre París y Niamey se han intensificado en los últimos días

Emmanuel Macron.

Emmanuel Macron. / Reuters

Enric Bonet

Níger no es un país cualquiera para Francia. Tanto por sus reservas de uranio —un mineral imprescindible para el sector nuclear— como sus históricas relaciones (antes y después del periodo colonial), el gobierno francés se resiste a que se repita allí lo ocurrido en otros Estados de la inestable zona del Sahel, como Mali o Burkina Faso. No quiere que triunfe el golpe de Estado del 26 de julio y se imponga un Ejecutivo hostil a los intereses galos. Unas tensiones entre París y Niamey que se han intensificado en los últimos días.

El presidente francés, Emmanuel Macron, aseguró este lunes que mantendrá al embajador en Niamey, pese a la expulsión exigida por las nuevas autoridades nigerinas. El plazo de 48 horas de esa orden, emitida el viernes por la noche, concluyó esta mañana. “No debemos ceder ante la narrativa utilizada por los golpistas que consistiría en decir que 'nuestro enemigo es Francia', dijo Macron en la conferencia de los embajadores en París. Durante ese acto, celebrado cada año a finales de agosto, reafirmó la posición de su país que considera ilegítimas a las nuevas autoridades castrenses y “solo reconoce” al presidente depuesto, Mohamed Bazoum.

Apoyo a la acción diplomática y militar

Después de la consolidación de gobiernos militares hostiles a París en Mali y Burkina Faso, las autoridades galas no quieren que se reproduzca la misma historia en Níger. Allí están desplegados 1.500 soldados franceses, siendo el país africano con una mayor presencia militar gala. El nuevo régimen en Niamey ya expresó a principios de agosto su voluntad de acabar con esa colaboración en el marco de una operación antiyihadista. Desde entonces, hubo varias manifestaciones en ese país africano —las últimas de ellas este fin de semana— contra Francia y sus tropas.

Ante esta “epidemia de golpes de Estado”, Macron ha defendido la posición firme de su país, que ve con buenos ojos una intervención militar de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) contra la junta nigerina. “Pido a todos los Estados de la región que tengan una política responsable” y "apoyen la acción diplomática y militar de la CEDEAO”, aseguró el dirigente centrista. Los países de la zona están divididos ante esta eventual operación bélica. Nigeria, Senegal y Costa de Marfil se muestran favorables, mientras que otros países y la Unión Africana privilegian una negociación. Una acción militar podría degenerar en un conflicto regional, teniendo en cuenta que Mali y Burkina Faso ya aseguraron que apoyarían a la junta de Níger.

“Riesgo de debilitamiento de Occidente”

Macron también criticó a aquellos gobiernos occidentales que expresaron sus reticencias sobre la contundencia francesa en este espinoso dosier. “He escuchado en Washington y otras capitales europeas que estamos siendo excesivos. No es cierto, tenemos que ser coherentes”, afirmó el presidente. Justificó su posición como una defensa “de la democracia” en África, aunque en otros países, como Chad en 2021, sí que respaldó a las autoridades resultantes de golpes militares. Estos habituales juegos de equilibrios, sumados al resentimiento por el pasado colonial y la longeva operación militar Barkhane, han favorecido el declive galo en el continente africano, donde se está viendo reemplazada por potencias enemigas o emergentes, como China, Rusia, Israel o Turquía.

De hecho, Macron alertó ante “el riesgo de un debilitamiento de Occidente y especialmente de nuestra Europa”, debido a “la emergencia de grandes potencias internacionales”. Hizo esta advertencia refiriéndose a la reunión de la semana pasada de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). En esa cumbre en Johannesburgo, anunciaron que se sumaban a esa alianza Argentina, Irán, Arabia Saudí, Etiopía, Egipto y Emiratos Árabes. Ante la competencia creciente a la hegemonía occidental, sobre todo estadounidense, el presidente francés ha reivindicado una reforma de la gobernanza mundial y, en concreto, de organismos como el FMI o el Banco Mundial.