Decenas de miles de atemorizados nepalíes siguen en las calles dos días después de que un seísmo de 7,9 en la escala Richter golpeara Katmandú y zonas adyacentes, mientras los equipos de rescate se esfuerzan en encontrar a supervivientes bajo los escombros y la ayuda internacional es incapaz de tapar tanto agujero, pese a que está ya en marcha una operación masiva. La factura humana supera ya los 3.900 muertos y los 6.800 heridos, según fuentes oficiales, y se espera que suba en cuanto los equipos de rescate puedan acceder a las zonas más cercanas al epicentro que siguen incomunicadas. Muchas de las comunidades en las áreas montañosas están devastadas. Uvad Prashad Timalsina, un alto funcionario del distrito de Gorkha, ha señalado que "la gente no tiene suficiente comida ni refugio".

"He recibido informaciones de localidades donde el 70% de las viviendas han caído", ha dicho a la agencia AP.

CARRETERAS IMPOSIBLES El epicentro del seísmo del sábado se situó en Lamjung, un distrito a 80 kilómetros al noroeste de Katmandú. Las rudimentarias carreteras nepalíes impiden en circunstancias normales cubrir el trayecto en menos de seis horas y ahora, con muchas de ellas arruinadas, son necesarios al menos tres días.

"Esperamos aún noticias de lo que pasa ahí. La cifra de muertos sube a cada minuto, debemos de estar preparados para sorpresas muy desagradables", señala por teléfono desde Katmandú Devendra Tak, de la oenegé Save the Children. La organización ha repartido paquetes con ropa, comida y mantas.

Gran parte del personal local encargado de las labores de auxilio como conductores, electricistas o el personal para despejar las carreteras de ruinas se han ido con sus familias tras el seísmo y aún no han regresado.

Los expertos aseguran que los dos primeros días son cruciales para encontrar supervivientes y que después las posibilidades caen en picado. La ayuda que han ofrecido ya docenas de gobiernos de todo el mundo es claramente insuficiente en un país que no requiere de desgracias naturales para sufrir carencias.

"Necesitamos tiendas de campaña, ropa, mantas, colchones y 80 tipos de medicinas. No tenemos los helicópteros ni los expertos necesarios para salvar a la gente atrapada", ha señalado Lila Mani Poudyal, coordinador de las operaciones de rescate. Los pesados helicópteros MI-17 son incapaces de aterrizar en las laderas montañosas donde se encuentran los pueblos más afectados, según el diario Nepali Times .

Mientras tanto, las complicaciones se acumulan para los supervivientes de Katmandú, donde han muerto casi un millar de personas. Los ciudadanos han pasado otra noche al raso bajo la lluvia y las temperaturas bajas mientras se estremecían con las réplicas, añade el Nepali Times.

POSIBLE DERRUMBE Aunque muchos conservan sus casas, su estado precario les hace temer que puedan derrumbarse en cualquier momento.

Los mercados permanecen cerrados y no hay electricidad en vastas zonas de la ciudad, aunque las autoridades están restableciendo el servicio en el aeropuerto, los hospitales y otros servicios esenciales. Tampoco la telefonía local funciona con regularidad.

Unas 8.000 personas han cruzado la frontera a la India, donde se han establecido campos de atención y ayuda a los damnificados. El éxodo de extranjeros, en especial indios, ha desatado el caos en el único aeropuerto internacional de Katmandú.

Unas 2.500 personas han podido finalmente abandonar el