El presidente egipcio electo, Mohamed Mursi, ha empezado a esbozar públicamente las líneas de su futura política regional antes de jurar el cargo. Mursi indicó en una entrevista con la agencia iraní Fars que tiene como objetivo "mejorar las relaciones con Irán" y que podría "revisar el acuerdo de paz de Camp David" que Egipto firmó con Israel en 1979. No obstante, en el discurso que pronunció el domingo tras conocer su triunfo, aseguró que la cuestión palestina "será de una enorme importancia" en su mandato, pero señaló que no dará marcha atrás respecto al tratado con Israel.

Mursi subrayó que quiere acercarse a Irán para crear "un balance estratégico" en Oriente Próximo. "Tenemos que restablecer unas relaciones normales con Irán basadas en intereses comunes y expandir áreas de coordinación política y cooperación económica", afirmó.

El presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, expresó ayer su deseo de reanudar las relaciones diplomáticas con Egipto, que se rompieron hace más de 30 años, después de que El Cairo firmara el acuerdo de paz con Israel. Según un diplomático europeo en Teherán citado por la agencia Reuters, "Irán espera que Egipto detenga a Israel en su intención de atacarle y que sea un contrapeso a la influencia de Turquía y Arabia Saudí en la región".

RECELO DE ISRAEL En Israel, que tiene representación diplomática en El Cairo, la victoria del islamista Mursi causa recelo en el Gobierno de Binyamín Netanyahu, que el domingo manifestó "respeto por los resultados" de las presidenciales egipcias. El primer ministro israelí recordó el acuerdo de paz con Egipto y expresó su deseo de que Mursi lo respete "por el interés de los dos pueblos y la estabilidad regional". El pacto entre egipcios e israelíes es el eje de la paz y de la política de EEUU en la región y los analistas israelíes esperan que, al menos al principio del mandato de Mursi, no haya cambios. Desde que el expresidente Mubarak fue derrocado, la seguridad en la península del Sinaí ha empeorado e Israel asegura que militantes islamistas preparan ataques contra los israelíes desde allí, como el que ocurrió en agosto del año pasado en el sur del país, con nueve muertos.

Israel teme que un presidente islamista en Egipto dé alas a Hamás, que controla la franja de Gaza y que manifestó su satisfacción por el triunfo del candidato de los Hermanos Musulmanes en Egipto. Hasta ahora, los egipcios actuaban como mediadores entre Hamás e Israel, pero a Netanyahu le preocupa un cambio.

Egipto es importante para Israel en el suministro de gas. El pasado abril, las relaciones entre los dos países se tensaron cuando la compañía egipcia de gas natural anunció que cancelaba la venta de combustible a Israel, aunque la cuestión se solucionó.

Precisamente de gas habló ayer Netanyahu con Vladímir Putin, con quien se reunió en Jerusalén para respaldar los intereses de empresas rusas en el mercado israelí del gas natural, entre otras cuestiones. Putin dijo que Rusia e Israel trabajarán juntos para resolver pacíficamente la cuestión del plan nuclear de Irán.