La revuelta se extiende en Siria, así como la espiral de violencia. Inflamados los ánimos por las decenas de muertos provocados por la represión policial, ayer los sirios nuevamente tomaron las calles y volvieron a ser duramente reprimidos. En las protestas de la ciudad portuaria de Latakia (noroeste del país) se produjeron tres muertos. Según explicó un testigo a la cadena Al Jazeera, la manifestación se dirigía pacíficamente a una de las mezquitas de la ciudad cuando fue interrumpida por la policía.

"Nos recibieron con fuego real. Algunos civiles disparaban desde detrás de las líneas de la policía y los agentes permanecieron parados, sin hacer nada", relató el testigo. En los disturbios posteriores, los manifestantes prendieron fuego a una sede del partido Baaz, que gobierna en Siria desde 1963. Además, las fuerzas de seguridad bloquearon las entradas de la ciudad.

Pero la zona más caliente continúa siendo el sur, especialmente Deraa, donde comenzó la revuelta, hace poco más de una semana. Ayer, en Tafas fueron incendiadas una comisaría y la sede local del partido Baaz tras el funeral de una de las víctimas de los choques con la policía en Deraa el viernes.

El número de los fallecidos asciende ya a 61 según el Gobierno, aunque otros cálculos aseguran que han muerto cerca de un centenar. El régimen está desconcertado. se enfrenta a las primeras protestas de entidad desde que en 1982 masacrara con bombardeos aéreos un levantamiento de los Hermanos Musulmanes en Hama provocando entre 17.000 y 40.000 muertos. Así, mientras de un lado aprieta el gatillo, del otro, afloja la mano. Las promesas hechas esta semana de revisar el estado de excepción vigente desde 1963 y ampliar la libertad de prensa no parecen satisfacer la rabia de muchos sirios.