El primer ministro británico, Tony Blair, someterá buena parte de su credibilidad y liderazgo en el partido laborista hoy ante la Cámara de los Comunes. La oposición conservadora y un buen número de parlamentarios de su propio partido le exigirán una investigación sobre si falseó las pruebas sobre las armas de destrucción masiva de Irak, que siguen sin aparecer y que fueron el argumento para justificar la guerra. De no ceder a las presiones del Parlamento, Blair podría encontrarse con un motín, incluso dentro de su partido.

Los conservadores, que apoyaron ciegamente a Blair en la guerra, han pedido ahora que el primer ministro disipe las dudas que ponen en tela de juicio "tanto la integridad del Gobierno como de los servicios secretos", según señaló el responsable de asuntos exteriores de los tories , Michael Ancram.

Ayer, a su retorno de la cumbre del G-8, Blair se encontró con una moción firmada por más de 70 parlamentarios laboristas, pidiendo que publique todas las evidencias de que disponía el Gobierno para atacar Irak conjuntamente con Estados Unidos.

Ante este panorama, ayer se especuló con la posibilidad de que el premier acepte una investigación interna a cargo del Comité de Inteligencia y Seguridad del Parlamento. Esta decisión difícilmente contentaría a los cada vez más soliviantados y numerosos diputados laboristas y liberaldemócratas que exigen una investigación pública.