Un abrazo. Un abrazo que había sido impensable hace tan solo unos meses, proyectaba esa voluntad de unidad que el PSOE quiere imprimir a su 40º Congreso Federal, el cónclave llamado a cerrar definitivamente las heridas del pasado y mirar hacia delante, con la vista puesta en las siguientes elecciones. El abrazo de Pedro Sánchez con sus predecesores en la Moncloa, José Luis Rodríguez Zapatero y Felipe González, y con Joaquín Almunia. La imagen que marcaba la inauguración oficial de este congreso en la Fira de Valencia, la que tanto perseguía la dirección. El PSOE de Sánchez se reconcilió con el socialismo histórico. Muy pocos minutos antes, los tres ex secretarios generales hacían su entrada en el plenario, con los delegados e invitados en pie y en medio de una gran ovación.

Los dos expresidentes habían apoyado a Susana Díaz en el combate de primarias de 2017. Zapatero fue un activo defensor de la candidatura de la andaluza, pero reconstruyó sus relaciones con Sánchez en cuanto venció, y en todos estos años lo ha respaldado en numerosas ocasiones. Pero no así González. Ambos rompieron tras la repetición electoral de 2016 y solo el pasado verano comenzaron a acercarse, animados por el presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara. Se vieron, hablaron. Y este sábado, a la vista de todo el partido, certificaron su unidad. Con ese abrazo y con el discurso del patriarca socialista en el plenario. Dejó para el final la frase que mejor reflejaba que los tiempos han cambiado: "El presidente y secretario general sabe que estoy disponible, que digo lo que pienso y pienso lo que digo, y sabe que no interfiero".

González condensaba en apenas unas palabras su mensaje: que está con el partido —hace no mucho se declaraba huérfano de representación— y con su líder, que seguirá diciendo aquello que piensa (con responsabilidad) y que no enredará. "Mi lealtad es con el proyecto político que encabecé durante 23 años, y durante 13 años y medio como presidente del Gobierno y que ahora encabezas tú, Pedro Sánchez. ¡Adelante!". Era su forma de cancelar las diferencias del pasado y de reivindicarse también como dirigente y como voz autorizada. Sus palabras evocaban las que pronunció en abril de 2015, cuando pidió "lealtad" a un Sánchez entonces débil y acorralado por los notables. El círculo se cerraba. Su presencia ya era todo un hito. No acudía a un congreso socialista desde 2014. En el de 2017 se dirigió a los delegados en vídeo: él estaba en Colombia. Ahora ya se encuentra en su sitio: "Siempre he sido socialdemócrata". Por mucho que le hayan llamado "pragmático".

González, durante su larga alocución, de casi 40 minutos (y menos mitinera que la de Zapatero), se mostró alineado con el Ejecutivo. Celebró efusivamente incluso su gestión de la pandemia. A él jamás le tocó "gobernar una circunstancia tan compleja" como el covid, y el "éxito" se ha debido al funcionamiento del sistema sanitario —ese que montó el ministro socialista Ernest Lluch, recordó, en los ochenta— y al avance de la vacunación, y eso "distingue la gobernanza de la crisis en España".

También respaldó a Sánchez a la hora de repartir mandobles al PP: "Antes lo comentaba con Pedro —dijo, dirigiéndose afectuoso al presidente y por su nombre de pila—. Algunos se atreven a defender la Constitución no cumpliéndola. Y es que quería "dar importancia" a la no renovación de los órganos constitucionales (sigue pendiente el Poder Judicial, tras el pacto del jueves pasado), porque eso "nunca" ha pasado con el PSOE. El expresidente apoyó igualmente la "España multinivel" que plantea la ponencia marco del PSOE de este 40º Congreso, ridiculizada y criticada por el PP, cuando esa gobernanza multinivel, recalcó, la patentó la democracia cristiana en Alemania.

El exlíder socialista, que se reivindica siempre (y frente a Podemos) como un orgulloso representante del "régimen de 1978", sí dejó clara su impronta. Como en otras ocasiones. Lanzando también mensajes de atención. Subrayó que el PSOE ha de ser "un instrumento al servicio de la sociedad", y si no lo es no servirá como partido", sostuvo que los socialistas han de defender la Constitución y el orden jurídico "como base de la convivencia", y si alguien "quiere cambiar las reglas del juego", debe "cumplirlas" —una referencia implícita al independentismo—.

"Me repugnan los tiranos"

Reivindicó su libertad de pensar, sin que le interpreten. "De mí se dicen muchas tonterías. Las soporto bien, pero las soporto menos si son de los nuestros [...]. Es el fundamento de la libertad lo que nos enriquece. No digo todo lo que pienso. Pero cuando no me callo quiero que sepáis que me siento libre porque digo lo que pienso, y me siento responsable porque pienso lo que digo, aunque eso no garantiza que no me equivoque". González entonces pidió a Sánchez que "estimule" dentro del PSOE "la libertad de expresarse críticamente", la libertad para "opinar lo que se piensa y la responsabilidad de pensar lo que se dice cuando se habla". "Así se construye la unidad en un partido que representa a la sociedad, porque queremos una sociedad que sea capaz de tener una opinión crítica y fundamentada, no una opinión banal de la última ocurrencia", apuntó. Indirectamente, defendió su posición sobre el régimen venezolano, al remarcar que le "repugnan los tiranos, de cualquier signo".

En el plenario se estableció una especie de diálogo entre los oradores. González citaba a Sánchez, pero también a Zapatero. Este reivindicó a González y este último a Zapatero, que también reconoció su legado, en especial con el fin del terrorismo, del que se cumplen diez años este mes y en el que fue protagonista ineludible un hombre "inteligente", "honesto" y "entregado", Alfredo Pérez Rubalcaba. "Somos un partido decisivo para España. Lo somos, lo hemos sido y lo seremos [...]. El PSOE tiene una historia de servicio a España, a la democracia, a la dignidad de España, la mejor historia de todas las fuerzas políticas contemporáneas", proclamó orgulloso el político leonés.

Ambos expresidentes mentaron la necesidad del feminismo, una de las materias claves para el partido y debate central también en este congreso. Zapatero pidió a su partido que abogue "de manera decidida y firme" por la abolición de la prostitución, una "esclavitud" que debe acabar. Él está con el 'president' valenciano y presidente del cónclave, Ximo Puig, que reclama ir más allá del compromiso genérico con esa medida que reza en la ponencia marco oficial. González, por su parte, celebró el feminismo "firme, reivindicativo y alegre" de la exministra Carmen Alborch, fallecida en 2018.

Zapatero arengó a las tropas socialistas. Dejó la frase que mejor resumía el espíritu de este acto de unidad de la familia socialista: "De este congreso vamos a salir a ganar los próximos ciclos electorales en España. No tengáis ninguna duda. Porque es un congreso de unidad, de futuro, de socialdemocracia avanzada, renovada, fuerte, joven, dinámica. ¡Porque tenemos un Gobierno, un presidente y un secretario general que solo piensa en el porvenir de España y en la decencia de este país!". Zapatero tuvo elogios para otra figura que día a día va cobrando mayor peso en el Ejecutivo y, tal vez, en la nueva dirección del partido: Félix Bolaños. El ministro de la Presidencia. "Superbolaños", le motejó.

Esa reivindicación del PSOE, de su historia de 142 años de vida, ese orgullo de pasado, ese quererse que está tan presente en este 40º Congreso, ese "socialismo afectivo", estuvo muy presente en los discursos previos a los de los dos expresidentes. En la presentación del informe de gestión de los órganos federales, que corrió a cargo del secretario de Organización, Santos Cerdán, pero sobre todo en las palabras de la número dos, Adriana Lastra. Ella recordó la victoria de González por mayoría absoluta de 1982, ese triunfo que fue posible poco más de un siglo después de que un pequeño grupo de trabajadores fundara el PSOE en Madrid en 1879. Ferraz aliñó esa mirada al pasado con un discurso real del fundador, de Pablo Iglesias, dirigiéndose a una multitud. El holograma lo revivía casi un siglo después de su muerte. La platea vibró igualmente con el recuerdo a los ilustres del ayer ya fallecidos. Los más ovacionados, Carmen Alborch, Carme Chacón y Alfredo Pérez Rubalcaba.

"Reivindico cada instante, cada minuto de estos 142 años, de lucha por la libertad —clamó Lastra—. Reivindico cada gota de sangre derramada, la esperanza compartida, cada reforma lograda. Reivindico cada paso que hemos dado en nombre de esa libertad y justicia, que tiene siglas y tres nombres: Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez". La vicesecretaria general, que saldrá de este 40º Congreso aún más reforzada, repasó los avances conquistados por los gobiernos socialistas, frente a lo que entiende como una hoja de servicios en blanco del PP en materia de nuevos derechos y libertades. "¡Ya va siendo hora de que digamos bien alto que lo mejor que le ha pasado a este país lo hemos hecho los socialistas! ¡Siempre! ¡Siempre!". El plenario le correspondió con un aplauso puesto en pie. Lastra enfatizó el que quizá sea el 'claim' del cónclave. El objetivo final, el que pesa en el ambiente y en las intervenciones: "Es momento de unirnos y de unir a España. De unir fuerzas. Solo podemos hacerlo nosotros. ¡Por los españoles!".

"¡Qué ganas de unirnos todos!", exclamó Cerdán, como arranque de su repaso por estos cuatro últimos años. Porque entonces se decía que el PSOE "iba a desaparecer", que "la extinción estaba cerca". La 'pasokización' que se preconizaba en el momento de auge de Podemos. "Estamos más fuertes que nunca y somos más necesarios que nunca, y estamos mirando al futuro con optimismo", recalcó el secretario de Organización, sacando pecho de las victorias electorales de este mandato, del fortalecimiento institucional y orgánico del PSOE, una organización "en perfecto estado de revista". El número tres recordó que hay "herramientas, capacidad y cantera" en el cierre de su intervención, en la que en ningún momento recordó a su inmediato antecesor, el caído José Luis Ábalos.

Precisamente el exministro de Transportes hizo su aparición este sábado en el congreso. Rodeado de cámaras y micrófonos a su llegada. Él procuró no sacar los pies del tiesto. No molestar. No va con "ninguna actitud" al cónclave, solo "a disfrutarlo". Esta vez como simple militante invitado, no como delegado. No ha vuelto a hablar con el presidente, admitió.

También acudió Díaz, como "una más", a esa "foto de unidad" del socialismo. Ella habló con Sánchez la semana pasada. Él le dijo que "era útil que viniera como invitada". "A él le alegra que yo esté aquí y a mí me alegra que él se alegre de que esté". Ella misma también trasladó a su sucesor al frente del PSOE-A, Juan Espadas, que iba a "ayudar".

En el plenario tomaron la palabra, antes que los expresidentes, los líderes de CCOO y UGT, Unai Sordo y Pepe Álvarez. Los dos apremiaron a los socialistas a derogar la reforma laboral e insistieron en la necesidad de una "socialdemocracia fuerte". "Necesitamos que acertéis. Los trabajadores necesitan que el PSOE acierte para que la socialdemocracia europea sea determinante en la construcción de un nuevo contrato social", urgió Sordo. En Europa "se mira al PSOE con la esperanza de que la vieja socialdemocracia vuelva al continente europeo", abundó Álvarez.

Y es que ese es otro de los ingredientes de este 40º Congreso. El PSOE como referente de los socialistas europeos. "El momentum de la socialdemocracia a nivel internacional", sentenció González. Otra palabra más de aliento para sumar a esa foto de una unidad que no se sentía en el partido desde hace mucho tiempo.