Los dirigentes de Unió Democrática de Cataluña tienen cada vez menos reparo en admitir la incomodidad que les produce viajar en el tren soberanista --compartiendo, además, vagón con los independentistas de ERC-- y buscan la manera de que el convoy reduzca la marcha. Si el jueves fue el líder democristiano, Josep Antoni Duran Lleida, el que auguró en Madrid un pronto distanciamiento entre CiU y Esquerra, ayer fue la presidenta del Parlamento catalán, Núria de Gispert, la encargada de tirar del freno de mano. Y lo hizo del modo que más puede irritar a los republicanos: sugiriendo que la consulta de autodeterminación que CiU y ERC han acordado celebrar en el 2014 debería aplazarse en caso de que persista la crisis económica.

De Gispert defendió la política de mano tendida al Gobierno central que, acuciado por la situación financiera de la Generalitat, ha emprendido en las últimas semanas el presidente Artur Mas y supeditó la celebración de la consulta a la evolución de la economía: "Yo soy partidaria de hacer la consulta a finales del 2014, tal como dice el pacto de estabilidad, y si en el 2014 sigue la crisis, pues esperamos un poco", indicó.