Si alguien, además de sus enemigos políticos y algunos sectores sociales, celebró ayer la sorpresiva retirada de Esperanza Aguirre de la primera línea de la política es su marido. En varios actos durante estos últimos años, Fernando Ramírez de Haro ha explicado sin reparos las ganas que tenía de que su esposa dejara su intensa actividad laboral. Las jornadas de 12 o 14 horas eran la norma para la ya expresidenta de la Comunidad de Madrid. Un ritmo frenético que, sumado a algunos sucesos como el accidente de helicóptero que tuvo con Mariano Rajoy en 2005 y la ola de atentados en los que se vio envuelta en la India en 2008, hicieron aumentar la presión familiar que llegó a su máximo en febrero del año pasado, cuando Aguirre hizo público que padecía un cáncer de mama y que debía ser operada.

Ni siquiera en ese momento, poco antes de las elecciones autonómicas, la dirigente dio un paso atrás. Solo suspendió su actividad 15 días. Pero, ayer, Aguirre (Madrid, 1952) echó el freno y, emocionada, anunció que pone punto y final a 30 años como política profesional en los que ha sido concejala, ministra, la primera mujer presidenta del Senado y la primera mujer presidenta de comunidad autónoma. La dirigente señaló que será sustituida por su vicepresidente, Ignacio González, su escudero, que deberá superar una votación en la Asamblea. Un trámite si Rajoy, presidente del PP, le acepta; un terremoto si el jefe del Ejecutivo, que rechazó a González para presidir Caja Madrid y no ha olvidado su campaña para moverle la silla en el 2008 en favor de Aguirre, decide que sea otro el sucesor.

CON LAGRIMAS EN LOS OJOS Pasado el mediodía, el Gobierno madrileño convocó por sorpresa a la prensa. Nadie en el PP se esperaba la noticia, no había habido ninguna filtración. "Les he convocado para anunciarles mi decisión de dimitir de mis cargos de diputada de la Asamblea y presidenta de la Comunidad. He llegado a la conclusión de que es el momento adecuado para retirarme", anunció, llorosa.

¿Por qué? ¿Por qué ahora? Aguirre no fue clara. O no fue tan clara como lo ha sido en otras muchas ocasiones en las que no ha reparado en las consecuencias que tenía su estilo castizo y su incontinencia verbal. Al ser preguntada por los motivos, la dirigente aseguró que "todo ha influido", dejando abierta la vía para las especulaciones después de la pública mala relación con Rajoy y con parte de la dirección del PP. "También la enfermedad seria que tuve y de la que estoy presuntamente curada", afirmó antes de referirse que quiere dedicar más tiempo a su marido, su madre, sus hijos, sus nietos y sus hermanos. "Pero no es eso solo. Los acontecimientos personales de mis últimos años de vida han influido", añadió en otro momento sin anunciar a qué se va a dedicar. "Tendré que pedir mi reincorporación como funcionaria", agregó como si no tuviera claro cuál es su futuro. Fuentes del PP explicaron que estos últimos meses ha recibido varias ofertas de empresas privadas, entre ellas del grupo mediático Vocento.

Y rechazó que la discrepancia con el Gobierno por el caso Boli-