Las discusiones en el seno del Consejo del Banco Central Europeo son cada vez más encontradas respecto a la «inevitable» subida de tipos que debe producirse dada la situación económica de la eurozona. 

Aunque el empuje de la recuperación tras el covid haya perdido fuelle por las consecuencias que finalmente tenga la guerra desatada por Rusia, la hoja de ruta de la institución lleva inserta la subida de tipos por el descontrol de la inflación. 

La cuestión por tanto es «cuándo», algo sobre lo que cruzan apuestas los mercados y que se va reflejando en la evolución de los indicadores -de precios y crecimiento- pero también en la de los mercados de renta fija, donde las tensiones han crecido extraordinariamente en los últimos días. 

Tanto que, aunque las voces que salen del BCE, como la del vicepresidente Luis de Guindos, tratan de mantener la calma, de hecho ha repetido recientemente varias veces que no ve subidas de tipos este año, las rentabilidades de los bonos se han disparado hasta niveles de 2018. 

Lo cierto es que la posición del BCE es tremendamente difícil porque una subida de tipos en un entorno de bajo crecimiento y alta inflación, como la actual, sería contraproducente y podría empujar a la economía europea en la temida estanflación, lo que sería un golpe difícil de superar para los próximos años. 

Por otra parte, la ortodoxia habitual de los países del norte, representados por Alemania, cuya inflación está muy por encima de sus objetivos tradicionales, insiste en que hay que tomar medidas antes de que acabe el año que también califica de «inevitables». Hasta el momento, las tensiones han elevado el euribor aunque sin salir de negativo, pero dada la situación derivada de la guerra, que está elevando aún más los precios, todo es posible.