El Córdoba Futsal se complica la vida en un extraño partido ante el Alzira

Fue una noche rara para el Córdoba Futsal Patrimonio de la Humanidad, que llegó a Alzira muy consciente de estar ante un partido clave y se marchó con cara de perplejidad y la agenda llena de apuntes que mejorar. Perdió contra el colista -que, por otra parte, no hace honor a su posición: es mejor que unos cuantos- en una segunda parte en la que se dejó llevar, mecido por su control aparente y golpeado por la mala suerte. El rival, en estado crítico en la tabla, mordió en cuanto le enseñaron el cuello. Y aunque después de acumular oportunidades en los últimos tres minutos pudo, y seguramente mereció, llevarse al menos el empate, terminó cediendo y complicándose bastante la vida en la Primera División.

Competir de nuevo

Después de tanto tiempo sin competir, volver a hacerlo en un partido de absoluta trascendencia resulta una prueba de nervios. Tanto el Alzira como el Córdoba intentaron controlarlos desde el principio. No era cuestión de volverse locos desde el principio. 

La obsesión por el control le venía mejor al equipo de Josan González, con nueva fisonomía porque entraron en dinámica rostros nuevos como los de los brasileños Kaué y Huguinho, además del rehabilitado Mykytiuk. El ucraniano, que se perdió toda la primera vuelta por una grave lesión, está llamado a ser uno de los referentes en esta aventura blanquiverde por mirar hacia la zona noble con ojos golosos. Le faltaban Josema, Guilherme o Kenji, pero los cordobesistas no han sido de los de queja fácil en este curso. Siguen a lo suyo, como si no pasara nada. Entran y salen protagonistas, pero se mantiene el libreto.

El Alzira, al que le llegó el parón de la Liga en su mejor momento -sacó cuatro puntos ante rivales de fuste y pasó del desahucio a la esperanza-, metió sangre nueva en el mercado invernal -Selbach, Pesk, Barbosa...- y salió con algo más de intención. No le quedaba más remedio. El Córdoba, bien plantado, no le concedió lo más mínimo. Y hasta pudo hacerle daño en una contra que llevó Lucas Perin para terminarla con un disparo ajustado.

El Córdoba asustaba con amagos. Quien lo hizo efectivo fue Muhammad Osamanmusa, que dio un clinic de técnica en un puñado de segundos. Le metió un caño a su defensor, se marchó por la banda y tocó con maestría para meterla junto al palo. El tailandés lo celebró arrodillado sobre el parqué y elevando los dedos al cielo ante el silencio angustiado de la grada. 

Los de Josan se sintieron más fuertes. El meta Víctor sembró el pánico con sus subidas al área contraria y el Alzira entró en una fase pastosa. Con el plan alborotado, tiró de garra y rozó el empate en una acción de Joaki que desbarató bien Fabio Alvira. Los levantinos tuvieron como pago a ese ardor un balance de dos tarjetas y cinco faltas cuando aún quedaban cuatro minutos, por lo que la situación de riesgo se elevaba. Con varios parones -desajustes de crono y marcador- y un aluvión de protestas desde la grada, el encuentro fue derivando hacia los niveles de dramatismo que se le podían suponer en la previa.

Los alzireños buscaron de todos los modos posibles equilibrar el marcador antes del intermedio, pero el Córdoba se mantuvo firme y tiró de oficio para marcharse al receso con media sonrisa dibujada en el semblante.

La respuesta levantina

Reapareció el Córdoba con aplomo, pese a que la ventaja era corta y era más que posible que el Alzira entrara pronto en trance y apretara para reconducir el partido y encender a la grada. Zequi hizo enmudecer al pabellón con un tiro esquinado a pase de Pulinho que desvió el meta Nacho Serra. Los azules tragaban saliva. Todo cambió con el gol local, en una combinación que cerró Álex Naranjo para llevar el 1-1 y dar al duelo una dimensión distinta.

El Alzira perdió por doble amarilla a Peiró, tras una falta a Perin, y se quedó en inferioridad en el minuto 27. Los 120 segundos con un jugador más se abrían como una fantástica oportunidad para un Córdoba que necesitaba reactivarse como fuera. No logró marcar y, además, se cargó con la quinta falta cuando todavía quedaban diez minutos por delante. Y peor se le puso el panorama cuando Carlos Gon, desde lejos, se inventó un trallazo que entró por la escuadra de la meta que defendía Víctor. El 2-1 puso las endorfinas a tope a los de casa.

El tercero cayó encima del Córdoba con la firma de Thiago Selbach, cuyo disparo raso tocó en la bota de Pulinho y despistó a Víctor. Josan González pidió tiempo muerto ante la deriva de los acontecimientos. Apretaron más, pero el Alzira estaba pleno de energía y defendía lo que tanto le había costado lograr. 

A cinco y medio del final, el Alzira también entró en zona de riesgo con la quinta falta. Los cordobesistas empezaron con portero-jugador para buscar la heroica. Mykytiuk estuvo a punto de anotar en tres ocasiones -incluyendo un tiro al palo- ante un rival atrincherado. Y a la cuarta lo logró el ucraniano para poner con un duro zurdazo el 2-3 y echar mucho picante a 2:27 del final. Entre nervios, protestas -hubo una falta no pitada a Mykytiuk y rifirrafes con la grada- y ocasión clara -un disparo al larguero de Pulinho- se llegó a unos segundos finales infartantes. Llegó la sexta falta y Mykytiuk se fue a los diez metros. Faltaban 14 segundos. Y Nacho Serra se la sacó con el pie para evitar que el Córdoba puntuara y se fuera con la sensación de tener aún tareas por hacer.

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