Desde el amanecer el aficionado cordobés al fútbol sala ya sabía que la fecha de ayer la guardaría en la memoria. Una soleada mañana invitaba a salir a la calle y no era para menos. 16 años después, Movistar Inter, el equipo más laureado del fútbol sala nacional regresaba a Córdoba y a Vista Alegre, pero en esta ocasión lo hacía como equipo visitante y no como equipo neutral.

Los jugadores del Córdoba Patrimonio saluda a la afición antes del comienzo del partido. AJ GONZÁLEZ

La afición supo responder a las expectativas del acontecimiento y desde una hora antes --al menos-- las inmediaciones del pabellón cordobés ya eran un hervidero de coches buscando un aparcamiento. Pero esos inquietantes prolegómenos no se quedaban ahí. Cuando el espectador accedía a su asiento y observaba el contexto, los primeros detalles en los que se fijaría daban cuenta real de que el Córdoba Patrimonio jugaba en Primera División: la característica pista azul propia de las retransmisiones televisivas, así como un nuevo videomarcador que presidió la instalación pública.

El pitido inicial de los colegiados ya activaron a un público que deseaba ver el espectáculo del fútbol sala: la movilidad del Movistar Inter, el talento descomunal de Ricardinho o el potencial de Gadeia, pero los aficionados conectaron con la intensidad y la competitividad que mostraban los jugadores de verde y blanco.

La charanga, integrada por componentes de la Agrupación de Música Santísimo Cristo de Gracia de Córdoba, animaron en todo momento el pabellón. AJ GONZÁLEZ

Había algunas fases del partido que solo se escuchaban los sonidos de la pista, pero había una sorpresa más: una charanga, conformada por miembros de la banda del Santísimo Cristo de Gracia, rompía ese silencio con sonidos musicales animados para llevar en volandas al Córdoba Patrimonio. David Leal llevó el primer delirio al pabellón local con el 1-0 y el público, definitivamente, se entregó al ver que un equipo que ha ganado seis veces la Copa de Europa se encontraba incómodo sobre el parqué cordobés. Aunque, un conjunto con una calidad sobresaliente aprovecha cualquier circunstancia para ejecutar su gancho. Así lo hizo en la recta final del primer acto con tres goles, casi seguidos, que enfriaron el ambiente.

Córdoba Patrimonio y afición tardaron en recuperarse del ciclón interista y la goleada se avecinaba, pero los de Maca supieron despertar y en el ecuador del segundo acto el cuadro blanquiverde ya dejó de respetar a los azules y comenzaron a mostrar la intensidad que le caracteriza. Pese a ello, el Movistar Inter tiene muchas batallas a sus espaldas y sabía aguantar las acometidas locales, que una y otra vez veían como sus esfuerzos quedaban en vano. El público, pese a ello, no querían caer en el desanimo y lanzaba su último aliento. La recompensa a ese ímpetu llegó con el gol de Koseky a dos minutos del final y Vista Alegre pasó a ser una auténtica Bombonera.

Varios aficionados del Córdoba protestan una decisión de los colegiados. AJ GONZÁLEZ

El empate se veía más cerca y la ilusión se acrecentó por momentos. El Córdoba Patrimonio lanzó su ofensiva final, al igual que los aficionados. Chus Herrero impidió lo que hubiera sido el apoteosis cordobés. El sueño no pudo ser posible, pero los presentes brindaron una enorme ovación a dos equipos que lo dieron todo sobre el parque. Fue una fiesta memorable. Sin guinda, pero una fiesta.