Fernández vuelve a casa por Navidad. Y en verano y en otoño... El lateral derecho se ha convertido en culebrón recurrente en cada apertura de mercado de fichajes desde que se marchara en el invernal de la 2012/13, cuando era titular indiscutible y dejando coja una defensa que tampoco estaba para muchas veleidades. Una venta, junto a otras, que provocó aquel enero del 2013 la ironía de El Arcángel con aquel «Carlos véndelo, Carlos véndelo» a cada gol blanquiverde en la goleada al Murcia.

Eso sí, una operación, como casi todas las que se han hecho en el último lustro, bastante beneficiosa para la entidad blanquiverde y que ha ido complicándose contractualmente para el protagonista. De hecho, la imposibilidad de que el cordobés llegara a vestirse de blanco y verde el pasado enero tiene mucho que ver con esas complicaciones contractuales, que son las que, al menos por ahora, aconsejan ser prudente sobre su futuro.

A Fernández le quedaba una temporada más en el Zaragoza a razón de 300.000 euros. Eran otros tiempos y otras cantidades en el fútbol, bastante distintas a las de las dos últimas temporadas. El trato entre los maños, el jugador y el Oviedo era que no iba a volver a orillas del Ebro nunca. Como suena: nunca. En caso de que desde el Principado se hiciera efectiva la opción para continuar de carbayón dos temporadas más liberaba por completo al Zaragoza de cualquier compromiso con el jugador. Si el Oviedo decidía no quedarse con el futbolista al término de la temporada que acaba de finalizar, el Zaragoza debía indemnizar a Fernández con 175.000 euros para no vestirse de corto con los maños. Así, el lateral derecho sólo debe esperar. Si Fernando Hierro, nuevo entrenador ovetense, decide contar con él y empujar al club a que continúe en la plantilla, Fernández tiene ese contrato ya firmado. Sólo habría que activarlo.

Obviamente, de fondo también se vislumbra la temporada que ha vivido el defensa en el Principado. Una campaña nada fácil en la que ha jugado, aproximadamente, los minutos que lo ha hecho aquí Nando y en el que fue un señalado --injustamente-- por la afición en el affaire Egea. Hoy en día, como en enero y como en el verano pasado, Fernández está loco por volver al Córdoba. Eso dice su entorno desde hace años y es verdad, lo que no significa, como injustamente algunos tratan de señalarle, que lo haga a cualquier precio o dañando su imagen y su caché. Una cosa es perder algo de cartel y otra no respetarse a uno mismo. El Córdoba, mientras tanto, sólo tiene que esperar. En una negociación con un jugador que acaba de recibir una indemnización cuantiosa siempre será más fácil versionar el cántico y en el recibimiento recordarle lo de «175, ven y cuéntalos».