La mañana no pudo ser más desapacible. Mucho estaban aguantando las nubes, que finalmente acabaron por estallar, convirtiendo la ciudad deportiva en un barrizal. En un clima más propio del norte se entrenó por primera vez con el Córdoba Paulinho. Había más gente de lo habitual en las gradas y por supuesto no faltaron las cámaras de televisión y las fotográficas, centradas todas en un objetivo común: cada paso del jugador brasileño. No resultaba complicado seguirle la pista, pese a su baja estatura. Era el único futbolista de toda la plantilla que tenía un peto naranja. El resto, verdes y azules.

Una cualidad innata

Paulinho, al que el Córdoba aún no ha presentado --ni siquiera ha hecho oficial su fichaje-- dejó algunos detalles en su estreno. Para empezar, trató de no complicarse en ninguna jugada. No quiso romper la dinámica del grupo, de ahí que tocara el balón con rapidez, sin retenerlo demasiado tiempo. En ese toque ya se podía intuir que calidad parece no faltarle. Siempre pasó con acierto, pese al mal estado del césped.

Su amor por la pelota lo demostraba una y otra vez, pero especialmente cuando había descansos, cada vez que Berges paraba la sesión. Entonces, no perdía un segundo en coger un balón y manosearlo, en darle pataditas sin que cayera al suelo. Esa clase de juegos que tanto gustan a los brasileños y que llevan innato en la sangre.

En lo que estaba por debajo de sus compañeros era en el aspecto físico. Pequeñito como es, tendrá que ir cogiendo la chispa de velocidad que se le presupone. Rafa Reyes fue quien más le animó, muy encima de él en todo momento. Su condición física no fue obstáculo para que alargara el entrenamiento. Cuando los titulares ante el Murcia se marcharon, él se quedó con los que jugaron menos. Comenzó entonces una bonita pelea por hacer el gol más bello. Huno un sano pique entre López Silva, Caballero, Joselu y el propio Paulinho; un síntoma de lo enchufada que está la plantilla. Joselu incluso llegó a clamar al cielo ante un disparo fallado. Por ahí también andaban Alberto Aguilar y Javi Cabezas, que se apuntaron a la competición. Las telarañas desaparecieron de la portería. Nadie superó el golazo de López Silva, por la misma escuadra.

Fue así como finalizó el primer entrenamiento de Paulinho en el Córdoba. Al rato de acabar, salió el sol.