Si el jueves fue el día de la confesión fría, anoche llegó la hora de las emociones y también de de las reclamaciones. Oprah Winfrey emitió ayer la segunda parte de la entrevista grabada con Lance Armstrong el lunes y en ella el exciclista tejano cuestionó la severidad del castigo que se le ha impuesto por dopaje: un veto de por vida para participar en competiciones deportivas sancionadas. "Merezco ser castigado, no estoy seguro de merecer la pena de muerte", protestó, comparando su castigo al de otros implicados en escándalos de dopaje que colaboraron con las autoridades antidopaje y a cambio recibieron sanciones más suaves de solo seis meses. "No digo que sea necesariamente injusto --aclaró--, digo que es diferente".

"Quiero competir otra vez, claro que sí, soy un competidor, es lo que he hecho toda mi vida, quiero entrenar, quiero correr", dijo Armstrong, de 41 años, que se había volcado hasta el veto en el triatlón y otras carreras de resistencia y mostró a Winfrey su voluntad de correr, por ejemplo, el maratón de Chicago al cumplir los 50 años. Asumió que cree ese regreso improbable y matizó, también, que no ha concedido la entrevista de confesión para lograr esa reducción del castigo, un extremo que cuestionan muchos analistas. La opinión extendida es que Armstrong se ha decidido finalmente areconocer su dopaje con la esperanza de acercarse a las autoridades y rebajar el veto a ocho años (algo que las organizaciones antidopaje ya han anunciado que no empezarán siquiera a plantearse hasta que no testifique oficialmente y confiese y desvele mucho más de lo que ha hecho en su conversación televisiva).

La segunda parte de la entrevista, editada en una hora, entró en el terreno más emocional y sentimental que históricamente ha definido el trabajo de Winfrey. Armstrong se definió como "avergonzado" y aseguró que "absolutamente" siente remordimiento y llegó a bloquearse por la emoción al relatar el impacto de lo ocurrido en su familia. Describió a su madre como "destrozada" y tuvo que luchar por contener las lágrimas al relatar la conversación con sus hijos para confesarles que su carrera triunfal estuvo construida sobre la mentira. En concreto, relató la experiencia con el mayor de sus cinco hijos, Luke, de 13 años, que le había defendido vehementemente ante comentarios en las redes sociales. "Le dije no me defiendas más, no lo hagas, y contesta solo mi padre lo siente".

Winfrey, que el jueves logró solo en Estados Unidos más de cuatro millones de espectadores, planteó preguntas importantes como si había alguien que supiera todo lo que Armstrong estaba haciendo, pero no profundizó cuando el exciclista contestó "sí". Tampoco entró en detalle sobre cuánto sabía su primera esposa, Kristin, a la que en algún libro se ha acusado incluso de haber transportado algunas de las sustancias prohibidas que se usaban en el dopaje ciclista. De hecho, Armstrong explicó que sabía algo pero alegó que "no era curiosa o quizá no quería saber todo" y dijo que tuvo una conversación con ella antes de regresar al ciclismo en el 2009 y ella le puso una condición: "que no me dopara nunca más. Nunca habría roto esa promesa", aseguró Armstrong, reforzando otra vez su versión, contraria al informe de la USADA, de que no se dopó en los Tours de 2009 y 2010.

Al ser preguntado sobre la repercusión económica de lo sucedido Armstrong contestó: "Obviamente he perdido todo futuro ingreso", cifrando en 75 millones de dólares las pérdidas económicas que supuso el abandono de sus esponsors en solo dos días tras la publicación del informe de la Agencia Antidopaje de EEUU que le costó sus siete títulos del Tour de Francia. También negó haber intentado sobornar a la USADA con 150.000 dólares, como denunció en una entrevista el domingo el jefe de ese organismo, Travis Tygart. Armstrong trató de dar credibilidad a su afirmación destacando que esa acusación no estaba en el informe, aunque una portavoz de la USADA inmediatamente emitió un comunicado ratificando las delcaraciones de Tygart.

Armstrong, que se mostró convencido de que el uso de sustancias prohibidas no contribuyó a su cáncer, identificó como la mayor lección de humildad y un momento que "dolió como el demonio" el requerimiento de desvincularse absolutamente de la fundación que organizó para luchar contra el cáncer, Livestrong, que definió "como un sexto hijo". También dijo que aunque "este no es buen momento, no es la peor parte" de su vida. "No se puede comparar esto con una diagnosis de cáncer".

"No sé cómo va a acabar esto", dijo casi al final de la entrevista. "Me estoy acostumbrando a ello. Me habría vuelto loco en el pasado. Siento profundamente lo que hice". Oprah le recordó, entonces, una frase que él mismo había dicho minutos antes que le dijo su primera esposa: "La verdad os hará libres". Así se cerró la entrevista. Empieza otra etapa en una carrera muy larga y de meta indeterminada.