El Real Madrid se clasificó anoche para los cuartos de final tras doblegar (4-1) al CSKA Moscú, con goles de Higuaín, Cristiano por partida doble y Benzema. Una goleada que deja muy a las claras el potencial ofensivo de los blancos, pero que no habla de los problemas de los de Mourinho para generar juego, máxime cuando el rival se encierra en su área y falta ese abre latas que es Di María.

Sin brillo pero con oficio, muy al gusto de Mourinho, el Real Madrid solventó el partido y la eliminatoria ante un CSKA Moscú que demostró que no es rival para un conjunto de tanta enjundia. La buena noticia para los blancos es que salvaron el escollo de los octavos de final, que en esta última década tantos quebraderos de cabeza les generó. La mala es que lo planteado sobre el césped por los madridistas, se antoja insuficiente para unos cuartos de final en los que les puede tocar equipos como el AC Milan, el Bayern de Múnich, o lo que es peor, el FC Barcelona.

En la previa del partido tanto se habló de la respuesta de un Santiago Bernabéu que finalmente lució sus mejores galas, que Jose Mourinho se olvidó de aleccionar a los que realmente tenían que caldear el ambiente, sus jugadores, para que salieran con intensidad al terreno de juego. Fruto de esa apatía con la que los blancos encararon el envite, su primer disparo no llegaría hasta el minuto 8. Apenas un minuto antes, mientras en la grada se coreaba el mítico "Illa, illa, illa, Juanito Maravilla", que antecede al primer juicio de valor que la parroquia local realiza sobre el esfuerzo de sus ídolos, cerca estuvo el CSKA de enmudecer Chamartín, tras un buen pase entre líneas de Dzagoev a la carrera de Doumbia, que disparó por alto.

REFERENCIA ATACANTE En las horas previas al encuentro, la opción de una dupla ofensiva formada por Higuaín y Benzema parecía la solución para romper el muro dispuesto por Leonid Slutski. Para sorpresa de muchos, Mourinho optó por el argentino como única referencia atacante. Los blancos adolecieron de gol y de efectivos en cada una de las ocasiones en las que Cristiano, zil y Kaká servían un balón al área. En esas, el Pipita quiso dejar claro su acierto de cara a la puerta contraria, y en el cuarto pase de la muerte que en esta ocasión brindó Kaká, ganó la posición a su par para adelantarse al portero y que el Real Madrid hiciera lo propio en el marcador (1-0). En la otra portería, Musa se reveló como el hombre más determinante para los rusos, con una clara asistencia que desperdició Doumbia y con un tiro que hizo ejercitarse por vez primera a Iker Casillas.

Sin más ocasiones reseñables para ninguno de los equipos concluyó la primera parte. A buen seguro que Mourinho se mostraría contento en el vestuario no sólo con el resultado sino con la respuesta del público.

En la reanudación, cuando parecía que la tónica descafeinada del partido se iba a mantener, Cristiano Ronaldo agarró en tres cuartos de campo una pelota intrascendente y soltó un zapato que se coló en las mallas rivales, con la inestimable colaboración de Chepchugov, que para su desgracia violó esa máxima de los guardametas que dice que siempre hay que poner el pecho en la trayectoria del balón por si las manos fallan, como así sucedió.

El gol del astro luso vino a darle la cuota de protagonismo que siempre persigue y que fue acrecentando con el paso de los minutos, con desbordes, disparos, cabezazos y combinaciones. Curiosamente, en los momentos de lucimiento personal de Cristiano, el conjunto ruso disfrutó de sus dos mejores ocasiones, un gol anulado por dudoso fuera de juego y un error garrafal de Casillas que dejó el balón en los pies de Doumbia que no supo aprovechar. Pasada la media hora de juego, Mourinho dio entrada a Benzema en detrimento de Higuaín. Como los buenos revulsivos, el galo mandó a la red la primera pelota que tocó, tras remachar con la puntera un primer disparo que le había sacado Chepchugov.