En cualquier deporte se piensa con el corazón a la par que con la cabeza. Al falta de 12 jornadas para acabar la competición liguera en la Segunda División A --son 36 puntos--, el Córdoba está situado a tan solo siete de poder disputar las eliminatorias de ascenso. Y, ojo, también está siete del descenso. Indicados los números, ¿por qué objetivo debe jugar el equipo blanquiverde? ¿Debe apostar claramente por intentar estar entre los mejores, o, por el contrario, se debe conformar con no caer en el pozo y terminar plácidamente la temporada? Pues el corazón me dice que me gustaría tener un final ilusionante. Hasta el octavo puede tener premio. ¿Por qué renunciar a ello? Pero la cabeza me indica que hay que ser cauto. Los puntos comienzan a cotizarse muy caros, la plantilla llega muy mermada de efectivos y, en el plano institucional, no hay una referencia deportiva --tras la destitución de Zubillaga-- que diga públicamente si hay que ser osados o no a partir de ahora. ¡Vaya lío!