Lo que está consiguiendo el Córdoba en lo deportivo, a día de hoy --porque tiene un futuro económico hipotecado a créditos subprime --, supone una inyección de credibilidad más importante que cualquier movimiento en los despachos; cualquier anuncio de compraventa que llegue adornado de promesas irrenunciables: dentro del terreno se palpa que se sabe (a) lo que se juega. Las consecuencias: décimo en la tabla. A medio y largo plazo, el rendimiento deportivo es una incógnita que, analizados los mimbres, basa su nivel de riesgo en lo físico, porque hasta ayer, el oficio, el compromiso y la rentabilidad son incuestionables. El futuro es un misterio. La crisis global se ha cebado con el propietario del club y, por ende, con sus trabajadores. Y como me dijo uno de ellos el sábado, antes del triunfo con el Tenerife: solo nos salvará nuestro trabajo. Corchetazo. No estaría mal ir pensando en resolver cuanto antes la permanencia para recoger beneficios en el mercadeo de fin de campaña.