Ganó Marco Melandri. Brilló Casey Stoner, que acabó segundo y por un puesto, por una curva, por una frenada, por un suspiro, estuvo a punto de arrebatarle el título de ganador más joven de la historia de la categoría reina en manos de Freddie Spencer. Se asustó Nicky Hayden, que prefirió cortar gas en las cuatro últimas vueltas, acabar tercero y colocarse el jersey de líder del Mundial en el podio de Estambul. Y sorprendió, brilló, arrolló y emocionó el joven Dani Pedrosa, que saliendo desde la última fila, desde el puesto 16 , llegó, en sólo 10 vueltas, la mitad de la carrera, al primer puesto.

Pedrosa lo niega; su descubridor y amigo, Alberto Puig, también, pero el mundo ayer quedó boquiabierto con la exhibición del tricampeón catalán. "La mejor presentación de mis credenciales hubiese sido ganar. Y no gané. Me caí, cometí un error grave y no puedo estar contento", afirmó.

Puede que maestro y alumno estén hechos del material con el que se hacen los sueños. Nadie se exige más en este mundo, en esta vida, en esta profesión, en esta disciplina, que el tándem formado por Puig y Pedrosa. Por eso ayer echaban chispas por sus muelas. Por eso ayer no aceptaban excusas, ni siquiera la que vio todo el mundo, la que hizo rajarse a su jefe de filas, Nicky Hayden, nuevo líder del Mundial de MotoGP. Este, cuando vio que su neumático delantero, el mismo que traicionó a Pedrosa en la última vuelta, cuando decidió atacar a Melandri y Stoner ("porque segundo ya lo había sido en Jerez y quería más", dijo el tricampeón), ya estaba gastado, decidió conformarse con el tercer puesto y sumar sus buenos 16 puntos.

La carrera, tal y como reconoció el propio Melandri --Italia ha ganado los últimos 12 grandes premios disputados: Valentino Rossi (6), Marco Melandri (3) y Loris Capirossi (3)--, se pareció más a una de esas apasionantes carreras de 125cc que a una aburrida, perdón, exaburridas, carreras de la categoría reina. La empezó dominando Sete Gibernau (Ducati) pero, cómo no, le ocurrió algo irreparable: sus neumáticos Bridgestone arruinaron su ilusión.

Mientras Valentino Rossi, que ayer corría su GP número 100 en MotoGP, se despistaba en la cuarta curva y acababa con sus escasas posibilidades de triunfo, Pedrosa salía haciendo equilibrios (apenas toca con la puntita de sus botas en el asfalto en el momento de la arrancada) y entraba con decisión en la primera curva del trazado. "Aún no sé cómo he arrancado, pero me ha salido de maravilla", dijo Dani.

Y, a partir de ahí, todo fue una delicia en la carrera de Pedrosa, todo. Pedrosa fue creciendo a la velocidad que ha marcado su vida. El tri más joven de la historia ya era noveno en la segunda vuelta tras superar a De Puniet, Nakano y Elías. Y siguió. Fue octavo, dos vueltas después, tras ridiculizar a Edwards. No se quedó ahí. Superó a Capirossi, hasta entonces lider del Mundial, y a Vermeulen, que había hecho la pole el día anterior con la Suzuki. Ya era sexto. Le hizo un interior de película a Hopkins y, en la octava vuelta, ya era quinto. Dos giros después pudo con Hayden y Stoner. A mitad de carrera, superó a Sete. Y, un poco más tarde, ya era lider tras asestar un duro golpe a Melandri.

Y quiso más, mucho más. "Estos chicos son extraordinarios, muy bravos", dijo Melandri tras bajarse del podio y ganar su gran premio número 20. "Stoner y Pedrosa pueden ser campeones, claro que sí. Lo único que les falta es ganar experiencia en la administración de los neumáticos. Hoy les he ganado porque he sabido conservar mejor mis gomas".

Pedrosa se negó a sacar la calculadora. Y se la jugó. Tanto, que rodó por los suelos.