Los penaltis, como en aquella final de 1977 de tan infausto recuerdo en Bilbao, volvieron ayer a sonreír al Real Betis Balompié en una eliminatoria copera de máxima intensidad ante el Athletic Club de Bilbao. Después de 210 minutos de alto voltaje, de trabajo y de esfuerzo, fueron los lanzamientos de los once metros los que decidieron una eliminatoria que distó de ser como auguraba el 4-4 del último enfrentamientos de ambos equipos, precisamente en el mismo escenario que ayer.

En él, Doblas más estuvo afortunado que Lafuente y detuvo dos disparos, el de Del Horno, que fue el primero que recibió, y el de Ezquerro, el primero de la segunda tanda y el último que lanzó el Athletic. Después de esa segunda parada de Doblas, decidió Luis Fernández.

El resultado final disparó la alegría del en torno a medio millar de seguidores béticos que acudieron a San Mamés, mientras que sumió en la más absoluta desilusión a los rojiblancos, que deberán esperar un año más, y ya serán veintiuno, para regresar adonde antaño solía ir mucho: el escenario de una final de Copa.

El partido fue casi un caldo del disputado en el Ruiz de Lopera. Al principio, los locales achucharon mucho pero el Betis se recompuso y también dispuso de algunas ocasiones de gol. El miedo a perder atenazó a los dos equipos, que después de la prórroga se lo jugaron todo en al lanzamiento de penaltis, donde el conjunto sevillano se mostró más certero.