En caso de que este lunes hubiera ateos entre el público de la apertura del XX Festival de Piano Rafael Orozco, es muy probable que lo fuesen un poco menos tras verse tocados por la genialidad del pianista ruso Grigory Sokolov. Porque si eso que llaman alma realmente existe, se manifiesta con claridad al verse conmovida en la fusión de un intérprete de tanta calidad con su instrumento.

El mismo Sokolov ha reconocido que su impulso no es más que un "amor profundo" a la música que toca y de ahí que el oyente sea testigo de esa unión pasional, casi pecaminosa, entre manos y teclas que con ironía llega a transformarse en señal de divinidad. Quizá de ahí la debilidad por los autores románticos en un repertorio por el que se movió a su antojo, con precisión cirujana y sin titubeos.

Para sorpresa de un auditorio entusiasmado el pianista, vestido de frac - pista de su posición severa respecto a los conciertos- inició el repertorio con un paseo por el Barroco. Varias suite del compositor inglés Henry Purcell que, pese a lo espeso del contenido, hicieron las delicias de los amantes de este género. Así sucedía para Ygor, un coordinador de proyectos de la Unión Europea, nacido en la antigua Unión Soviética, aunque residente en España desde hace años tras trasladarse hace más de una década desde Ucrania. "He asistido a muchos conciertos de música clásica en mi vida y jamás había escuchado una interpretación barroca de este estilo, ni me esperaba el entusiasmo del público", reconocía al inicio del intervalo. 

El violinista Alejandro Muñoz, integrante de la Orquesta de Córdoba, explicaba que este tipo de composiciones barrocas se elaboraban para el clavecín y que ahora se trasponen para ser interpretadas al piano. "Sokolov no es un pionero en esto, pero sí que sorprende mucho su maestría", añadía el músico. Junto a él, otros músicos y personalidades del mundillo cultural asistieron con la respiración contenida a la segunda parte, dedicada a variaciones de Beethoven y, finalmente, a los andantes románticos de Brahms.

Una sucesión elegida en orden cronológico, alargada con bises pensados como regalo. No es habitual compartir pasión con el que muchos críticos sitúan en el pódium de los mejores pianistas del mundo y quien se considera uno de los representantes más importantes de la escuela ruso soviética, al nivel de Hórowitz o Richter. Aunque esta música no sea accesible al entendimiento de todos los oídos, es transparente a cualquier alma y la visita de Sokolov ya es historia en la esencia artística de Córdoba.