Diario Córdoba

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Crítica

Noche Blanca del Flamenco: Una propuesta nada convencional

La 'heterodoxia' de Chicharrón conquista al público de todas las edades en la velada dedicada al arte jondo

Germán López, Chicharrón, durante la puesta en escena de 'Sin ojana', anoche, ,en La Viñuela. O. Barrionuevo

En la pasada Noche Blanca del Flamenco, nos propuso Germán López en la tarde aún -clave de las nueve en junio- un juego cómplice para mostrar Sin ojana, sin engaño ni adulación, que no hay dogmas que actúen a modo de patrones o corsés a seguir de modo inexorable. No nos ofrece verdades cerradas sino una propuesta de acercamiento a la estética flamenca nada convencional, por más que utilice elementos que están en la tradición flamenca gitana, cual es el caso del carro itinerante. Pío Baroja por encargo de Dario Regoyos y el poeta flamenco belga Emile Verhaeren, en el prólogo a La España negra nos refiere cómo hay gentes que viven realidades en las que huyen de la brillantez y asientan sus reales en las afueras de ciudades como Zaragoza y Pamplona, hasta llegar en la itinerancia al Sur; se trata de los últimos años del siglo XIX. La preparación de Germán López, Chicharrón, le sirve para mostrar la coherencia interna de la propuesta, a saber, gran dominio de la corporalidad y de la interrelación con las gentes, sin que se pierda el norte en ningún momento.

      La Niña de los Peines, Lole y Manuel, Carmen Amaya, Vicente Escudero y Lola Flores se convierten en un referente de la propuesta, donde los juegos malabares arrancan oles espontáneos. Es el merecido fruto de su tesón y de la entrega de seres entrañables como Silvestre Madrigal y Pepe Ciclo allí presentes, en esa etapa formativa que completa en Europa, en escuelas circenses a la manera de complemento de su especialización como maestro de Educación Física y Graduado en Educación Social, no mencionadas aquí a la manera del pavo real que se enseñorea, sino como el que supo aplicar lo aprendido tiempo atrás juntamente con la afición desde niño al flamenco. Muestra a través de guiños, en los que la función lúdica es imprescindible, que sabe sortear la distancia desde el escenario hasta el lugar donde se encuentra el público. Niños y niñas son importantes, y también los mayores, los cuales animan sin interrupción con sus aplausos.

      Hay persecución desaforada de lo que llamó Antonio Mairena la razón incorpórea, el duende, para concluir más adelante que el duende es la madre, en un contexto donde la mujer tiene una importancia capital. El trayecto tiene momentos estelares que muestran la complicidad con el público, al margen de sus ejercicios de compás, sus apuntes al cante y las particulares pataítas y evoluciones por el escenario. Escenarios diversos de la España toda muestran la aceptación de su propuesta, UNIA en su sede de Baeza, Úbeda, Castilla, Cataluña, y más… Los galardones recibidos son fruta madura.

      No es lo suyo una actuación convencional al uso, mas esa hipotética “heterodoxia” contagia al público presente y muestra cómo suenan a compás las palmas de más de cien espectadores por bulerías. ¿Cabe mayor elocuencia en el caso que nos ocupa?  

   

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