Unión entre alta cultura y sociedad
El flamenco comparte con el jazz sus orígenes humildes, su expresión instantánea, casi primitiva, sus posibilidades en cuanto a fusión y evolución. Pero también tienen en común ambos estilos ese halo elitista que rodea a toda manifestación artística cuando, a partir del pueblo, finalmente llega a las universidades. Para el director de la Cátedra de Flamencología de la Universidad de Córdoba, David Pino, quien también es cantaor y profesor del Conservatorio, este tipo de leyes son una respuesta «natural» a los distintos sectores sociales. «Más que el reconocimiento actual del flamenco, debemos tener en cuenta de dónde venimos, ya que hace veinte años nos habría parecido impensable un grado en flamenco o un máster específico en la universidad», explica. Sin embargo, el docente reconoce que todavía faltan varias «conquistas» por lograr.
Las universidades andaluzas llevan cuatro años ofertando un máster que comparte los conocimientos albergados entre estas instituciones. Las cátedras de Flamencología cuentan con menor reconocimiento del que deberían, tal y como explica a este diario el catedrático Pino. Solo dos de las actuales están vinculadas a las universidades, en concreto a la Universidad de Córdoba, pionera en este aspecto, y la Universidad de Málaga. El resto de cátedras parten de organizaciones «magníficas», valora Pino, pero no tienen vinculación académica. Por ello, desde su posición como docente, reivindica una apuesta «necesaria» de un doctorado propio del flamenco, cuyo origen no esté en ramas artísticas externas. Así se dará al pueblo el reconocimiento que merece en las altas esferas.