El gobierno andaluz ha aprobado este martes el proyecto de ley del flamenco en Andalucía que lo fomenta como elemento singular de la cultura andaluza e impulsa el conocimiento de este patrimonio cultural andaluz en las diferentes etapas de la enseñanza no universitaria.

En la rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno, la consejera de Cultura, Patricia del Pozo, ha informado de que un pilar de la nueva ley es favorecer el flamenco en la enseñanza no universitaria con su inclusión en los contenidos curriculares para promoverlo "como elemento propio y genuino del patrimonio andaluz".

Otras novedades de este proyecto de ley son que la creación de un registro voluntario para que las entidades ligadas al mundo del flamenco se pueden inscribir, la regulación del régimen jurídico de las peñas flamencas y la inscripción del flamenco en su globalidad como bien interés cultural de Andalucía -ya cuenta con la declaración de patrimonio inmaterial de la Humanidad-, ha explicado Del Pozo.

La Consejería de Cultura entiende que se trata de una ley clave para Andalucía, cuna del flamenco, que a su vez constituye la principal seña de identidad de la cultura andaluza, que la distingue ante el resto del mundo y que además es Patrimonio de la Humanidad. Ahora contará con un instrumento de máximo rango para ordenarlo jurídicamente y garantizar su protección, su difusión y su fomento, por lo que se confía en lograr el máximo consenso en el trámite parlamentario.

Unión entre alta cultura y sociedad

El flamenco comparte con el jazz sus orígenes humildes, su expresión instantánea, casi primitiva, sus posibilidades en cuanto a fusión y evolución. Pero también tienen en común ambos estilos ese halo elitista que rodea a toda manifestación artística cuando, a partir del pueblo, finalmente llega a las universidades. Para el director de la Cátedra de Flamencología de la Universidad de Córdoba, David Pino, quien también es cantaor y profesor del Conservatorio, este tipo de leyes son una respuesta «natural» a los distintos sectores sociales. «Más que el reconocimiento actual del flamenco, debemos tener en cuenta de dónde venimos, ya que hace veinte años nos habría parecido impensable un grado en flamenco o un máster específico en la universidad», explica. Sin embargo, el docente reconoce que todavía faltan varias «conquistas» por lograr.

Las universidades andaluzas llevan cuatro años ofertando un máster que comparte los conocimientos albergados entre estas instituciones. Las cátedras de Flamencología cuentan con menor reconocimiento del que deberían, tal y como explica a este diario el catedrático Pino. Solo dos de las actuales están vinculadas a las universidades, en concreto a la Universidad de Córdoba, pionera en este aspecto, y la Universidad de Málaga. El resto de cátedras parten de organizaciones «magníficas», valora Pino, pero no tienen vinculación académica. Por ello, desde su posición como docente, reivindica una apuesta «necesaria» de un doctorado propio del flamenco, cuyo origen no esté en ramas artísticas externas. Así se dará al pueblo el reconocimiento que merece en las altas esferas.