Una lectura de fragmentos de muy distintas obras de Antonio Gala ha sido la fórmula elegida por la 19 promoción de residentes de la Fundación para Jóvenes Creadores que lleva el nombre del escritor para despedirse del convento del Corpus Christi, donde han pasado ocho meses desarrollando sus proyectos artísticos. La figura de Gala, que un año más no ha podido acudir al acto por motivos de salud, ha estado representada por uno de sus habituales bastones, que ha servido de relevo en las intervenciones de los becados.

El acto, al que han acudido las familias y amigos de los residentes, ha estado presidido por Francisco Moreno, presidente de la fundación, y su director, José María Gala, que ha resaltado el talento de estos jóvenes creadores y creadoras. "Espero que os vayáis muy satisfechos de vuestro paso por aquí", ha señalado el director, que ha subrayado que "habéis demostrado que todos servís,  mucho y bien, para crear", agradeciendo su trabajo y esfuerzo.

Entre la melancolía y la tristeza, los diez becados han dicho adiós a un año "muy enriquecedor y cargado de experiencias", como ha explicado Andrés Aparicio, de Huelva, que ha desarrollado estos meses un proyecto de pintura en el que ha captado "diferentes escenas de un viaje a Palermo que guardaba en su memoria, trasladándolos al lienzo", una iniciativa que ha ido cambiando gracias a la interactuación con el resto de compañeros, que ha ayudado a "crecer" al proyecto. Esta sinergia ha afectado al resto de jóvenes creadores, que han sacado muchos frutos de la convivencia, tanto a nivel artístico como profesional.

Por su parte, Luis de Pedro, de Cádiz, tenía la intención de llevar a cabo una colección de relatos sobre la identidad de las personas y la influencia en ella de las nuevas tecnologías, pero "la idea ha ido mutando y se ha convertido en una novela interconectada de distintos fragmentos", consiguiendo salvar obstáculos "que no me veía capaz de superar", ha subrayado.  

Antonio García llegó a Córdoba desde Granada con el proyecto de realizar una experiencia musical en torno a la siesta, lo que ha conseguido gracias a los medios de los que ha dispuesto en al fundación. "La experiencia ha sido una montaña rusa al haber estado encerrado con distintos artistas, cada uno con sus inquietudes. Creo que ha sido el año más enriquecedor de mi vida".

La pandemia, inevitablemente, ha marcado este curso, en el que los residentes han podido salir menos, lo que ha obligado a una convivencia más estrecha. "Hemos estado, literalmente, enclaustrados, por lo que nuestra relación con la ciudad ha sido diferente a la de otras promociones", ha continuado el joven músico.

Las palabras de Moreno han despedido un emotivo acto que ha finalizado entre aplausos y abrazos.