«Queremos rendirte un merecidísimo tributo dedicado a tu esfuerzo, a tu entrega a Córdoba y a tu talento como autor». Con esas palabras, el vicepresidente de la Fundación Antonio Gala, Francisco Moreno, abrió el intimísimo acto con el que el patronato de la institución quiso celebrar el 90 cumpleaños del poeta, rompiendo el mito creado en torno a la edad del escritor. En tono jocoso, Moreno recordó una anécdota de Antonio Gala que, al parecer, solía referir al tratar el espinoso tema con su círculo de amigos. Por lo visto, hablando un día con Celia Gámez, muy celosa también de confesar sus primaveras, ella le dijo: «Nadie sabe mi edad, ni siquiera yo, el secreto no está en quitarse años sino en sembrar la confusión», una confusión que Gala ha sabido sembrar mejor que nadie, sentenció Moreno.

Ante un selecto grupo de personas, entre ellas, el alcalde de la ciudad, José María Bellido, y la delegada de Cultura de la Junta de Andalucía, Cristina Casanueva, recordó Moreno, antes de desear a Gala que viva muchos años más «porque te necesitamos y te queremos», el verso de El Cantar de los Cantares que el autor del Manuscrito Carmesí, La pasión turca o Los papeles del agua, convirtió en lema de la Fundación que lleva su nombre: «Ponme como un sello en tu corazón», para aludir al «surco profundo, más que sello», que el autor ha dejado en quienes lo han conocido. Para concluir, recitó unos versos de Gala, los grandes protagonistas de la celebración en los que, hablando de la vejez, el poeta sentencia «lo que importa no es tanto llegar sino llegar siendo uno mismo».

La joven Carla Nyman, residente de la penúltima promoción y ganadora del Premio Gloria Fuertes de Poesía Joven, autora de Elegías para un avión común, tomó entonces la palabra para sumergirse en cuatro poemas de amor de Antonio Gala seleccionados para la ocasión: Dice el amante en el amor, Somos islas errantes, No es esto, no, tampoco es esto y Quizá el amor es simplemente esto.

Antes de subir al estrado, confesó a este periódico que poco antes, al bajarse del tren y pisar Córdoba, se había echado a llorar por la emoción de volver a estar aquí. «Para mí el tiempo que pasé en esta casa fue una etapa muy fuerte a nivel vital», aseguró, una experiencia que le confirmó su vocación literaria y sus ganas de crear. Su promoción solo pudo verlo de forma esporádica, pero «era una suerte cuando podía salir de la habitación y lo veíamos, sigue siendo igual de lúcido y tiene unas ocurrencias maravillosas, nos lo pasábamos muy bien cuando venía al claustro con su perrillo y nos contaba cualquier cosa, tiene esa inteligencia tan fantástica y esos juegos de palabras», comentó convencida.

También indeleble es la huella que dejó Gala en Ben Clark, otro de los exresidentes, que vivió en la Fundación durante la tercera promoción, en el 2004. «Ese curso empezó el 1 de octubre y el día 2 celebramos su cumpleaños decorando la fuente en forma de tarta», recordó, «creo que le hizo ilusión y le horrorizó a partes iguales». Según Clarck, tutor de Poesía en la Fundación Gala y ganador de premios como el Loewe, el Ojo Crítico de RNE o el Hiperión, «él estaba encantado de tenernos aquí porque el año anterior había estado enfermo y no pudo disfrutar de la fundación, tenía muchas ganas de saber de nosotros». En su opinión, aunque los que han venido después han conocido a un Antonio Gala más débil de salud, que interactúa menos que antes con los residentes, «la esencia sigue siendo la misma, la enorme ilusión que tiene Gala por este proyecto y su interés por los creadores, a los que se acerca siempre, no como un tutor o maestro, sino como un compañero y como persona que conocía la soledad del creador y nos intentaba animar sobre todo». Según el joven poeta, el paso por la fundación sirve a los creadores, por encima de todo, para fortalecer la convicción de dedicarse o no a esto del arte, a la profesionalización de algo que está lejos de ser un hobbie, que sobre todo es una profesión y un modo de vida». La voz firme y grave de Clark resonaría después en el salón de actos recitando tres poemas de amor/desamor: Definición del amor, Elegía por la belleza y Es un dolor ocioso.

La nota musical del evento corrió a cargo del Cuarteto Jordán, una formación muy cercana a la fundación, que intercaló sus actuaciones entre los poemas con música de Rubén Jordán y de W. A. Mozart.

El acto, retransmitido en streaming, fue cuidado con mucho mimo por parte de los organizadores, que entregaron a modo de recuerdo a todos los asistentes una rosa roja con un verso «en una rosa caben todas las primaveras» a modo de regalo. El escritor, que reside en la fundación, pero que no pudo estar presente en la celebración, aunque fuentes cercanas aseguraron que al conocer que se le iba a rendir el homenaje con motivo de su cumpleaños se mostró más agradecido que molesto. Se ve que los años le han aplacado el genio. Feliz cumpleaños pues al maestro.