Un camarero con gafas despliega una silla y mira al frente, un señor calvo de mirada cansada saca a pasear su perro, una mujer pinta una fachada a rayas, una pareja culmina un abrazo con un beso, una madre delgada y rubia acaricia el pelo de su hijo, un grillo canta eurófico, un inglés se sube un calcetín embutido en sandalias azules, justo en frente de la Puerta del Puente, su mujer alza la vista al cielo.

A su lado, una abuela se mesura el cabello recién secado en la peluquería y una niña simula pintarse la sonrisa de carmín. La vida pasa ante mis ojos desde un autobús rojo de dos plantas sobre el que ha caído del cielo un piano que toca alegremente un joven de ojos azules y expresión de músico loco. Se llama Raúl Canosa y tiene 22 años. Esfuerzo de concentración máxima, movimientos alocados, sonrisa ordenada y blanca. La vida es bella cuando suena el piano.

El pianista Rubén Canosa, durante su actuación. Foto: A.J. GONZÁLEZ

Desde dentro, la música parece suspenderse en el aire creando una atmósfera extrañamente íntima. El pianista hace aspavientos con sus manos alargadas ante la mirada atenta y próxima de los fotógrafos, que registran cada movimiento con sus cámaras ansiosas. Suena El Carnaval de Schumann. La vida es más bella cuando el piano suena.

El sonido del teclado blanco y negro se detiene y el ruido de la calle pasa a primer plano, atronador. Sobre una ventana de La Ribera, un cartel protesta "zona acústica saturada". Está claro que esta mañana alguien despertará con buen pie. Toma las teclas Lucía Aguado, cordobesa, 18 años, ante un piano móvil desbocado que se debate entre galopar y someterse a los badenes. Su larga melena al viento se desmelena al ritmo de su figura alargada y elegante. El padre de la pianista recoge con su móvil, desde una esquina discreta, sus gestos y sus silencios. Lucía elige La Patética de Beethoven para un viaje que solo puede servir para elevar el espíritu, más allá de la segunda planta del bus. "Empezó a tocar con tres años, sentada sobre la falda de su madre, y ya ha estado en escenarios de toda Europa", explica emocionado el páter, henchido de orgullo por su bella hija. La vida es bella cuando suena el piano.

El Festival Internacional de Piano de Córdoba ha depositado un piano sobre un autobús turístico de City Sightseen, uno de esos buses rojos que recorren los rincones históricos de la ciudad. Por primera vez, el mundo podrá escuchar cómo suena el instrumento en movimiento. Profana en la materia, diría que suena muy bien. La directora del FIP, María Dolores Gaitán, pianista, confirma que la acústica es buena. La reacción del público es diversa. Los de afuera graban, miran, se preguntan, envidian por último. ¿Quiénes son esos? ¿Por qué no estoy yo ahí? 35 plazas reservadas en primera fila en cada viaje y dos días para experimentar, hoy y mañana. A 20 euros el trayecto. Quien quiera subir, que suba, que deje el móvil olvidado y se deje llevar por el paisaje, la espectacular vista monumental y la música. La vida es bella cuando suena el piano. Un lujo al alcance de sus oídos.